85° aniversario del sufragio femenino en una elección nacional



El batllismo fue fundamental en la conquista del sufragio femenino en Uruguay. Su compromiso con la igualdad de derechos y la justicia social, sentó las bases para que las mujeres pudieran participar plenamente en la vida política del país.

Las elecciones de 1938, llevadas a cabo en nuestro país el 27 de marzo, hace ya 85 años, tenían como propósito la elección del gobierno nacional, y de todos los miembros del Poder Legislativo, de acuerdo a la Constitución de 1934.

El Partido Colorado se impuso, resultando ganadora la fórmula Alfredo Baldomir - César Charlone, que asumió el 19 de junio de 1938. Esos comicios fueron históricos. No sólo porque con ellos el país retornó a la normalidad institucional, sino que por primera vez en la historia del Uruguay, se habilitó el voto femenino en una elección a nivel nacional.

Ya en julio de 1927, Uruguay se había convertido en el primer país latinoamericano en donde las mujeres pudieron votar. Se trató de un plebiscito local donde la ciudadanía decidía acerca de la integración de la localidad de Cerro Chato a Florida, Treinta y Tres o Durazno.

La Corte Electoral dictó un decreto que señalaba: "Las personas sin distinción de nacionalidad y sexo que deseen intervenir en el plebiscito deberán inscribirse previamente en el Registro que abrirá la Comisión Especial Parlamentaria". La primera mujer que votó en Latinoamérica lo hizo en esta ocasión y se llamaba Rita Rebeira, quien era inmigrante brasileña y tenía noventa años al momento de ejercer por primera vez su derecho al voto.

Once años tuvieron que pasar para que se aprobara el voto femenino en las elecciones nacionales. En realidad, se trató de un largo proceso en el que el nuestro Partido, de la mano del Batllismo, fue fundamental.

Como relata con maestría el ex Presidente Sanguinetti en su libro "La fuerza de las ideas...", el primer antecedente se constituyó en 1914 cuando el Dr. Héctor Miranda presentó, sin éxito, dos proyectos sobre la igualdad civil y política de mujeres y hombres, que incluían el derecho a voto.

En 1917 el Batllismo pugnó por introducir en la Constitución el principio de la igualdad de derechos en materia política y civil y lo único que logró fue que se estableciera que por dos tercios de votos se pudiera votar una ley que reconociera el voto de la mujer. Fue un avance, de paso corto pero importante, como argumenta Sanguinetti.

En 1920, Alfeo Brum propuso que la Asamblea Representativa (la Junta Departamental actual) propusiera al Parlamento el voto femenino en materia municipal. Al año siguiente su hermano Baltasar, entonces Presidente de la República, insistió en el tema con un proyecto amplísimo, cuyos fundamentos él mismo redactó:

"El derecho al voto, reservado exclusivamente para los hombres, los constitucionalistas han calificado impúdicamente de ‘sufragio universal', dando a entender con una expresión tan impropia, que si las mujeres suman la mitad de los habitantes del país, su opinión es un valor negativo en el manejo de los destinos públicos... Cuando se trata de decidir, por ejemplo la paz o la guerra, lo que puede originar la felicidad o la ruina del hogar y de la patria, no se toma en consideración para nada la voluntad de la mujer, por buena e ilustrada que sea, aun cuando en semejante caso se cuenta la opinión del analfabeto o del que sea poco menos que imbécil".

Varios años después, ya si Brum pero en su memoria, las mujeres podrían votar en una elección nacional producto de prolongación de un proyecto de ley, presentado en 1932 por Pablo María Minelli y Lorenzo Batlle Pacheco, cuyo principio había sido incorporado en la Constitución de 1934.