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El héroe que no fue tal

Un socio de “El Chueco Maciel” tira abajo la versión de Daniel Viglietti de que era una especie de Robin Hood que robaba para repartir en el barrio. Un compañero de andanzas cuenta, décadas después, su verdadera y triste historia.
Un reportaje de Leonardo Haberkorn a Nelson Sosa, contemporáneo y vecino de Julio Nelson Maciel Rodríguez, “el Chueco Maciel”, desmantela la leyenda tejida sobre este personaje.
El Chueco nació en Tacuarembó hace 64 años y muy jovencito vino a Montevideo con su familia a vivir en un rancho de lata ubicado en un asentamiento cercano a Aparicio Saravia, Plácido Ellauri. Muy pronto se dedicó a robar junto a una banda de muchachos que Nelson Sosa, conocido como Cateta, integró, lo que pudo confirmar el periodista Haberkorn al visitar el barrio con su entrevistado.
El Chueco murió en un enfrentamiento con la Policía, tras haber intentado un asalto a un ómnibus. Desde entonces se quiso utilizar su muerte con fines políticos. Dice Haberkorn en la nota que “Viglietti escribió: Asalta el banco y comparte con el cantegril, como antes el hambre, comparte el botín". En el libro Memorias de insurgencia, el tupamaro Hugo Wilkins le dice a la historiadora Clara Aldrighi: "El Chueco Maciel gana prestigio no porque es valiente sino porque comparte lo que roba. De repente para darle de comer a dos cuadras de un cante".
Pero nada de eso es cierto, según Sosa: “La banda éramos él y yo, y cada noche elegíamos a quienes nos iban a acompañar. El Chueco me consultaba: ¿éste sirve? Después era todo adrenalina. Yo manejaba y él entraba. Nos resultaba hacernos pasar por policías de civil. Nos tratábamos de oficial y de sargento, la gente se achicaba. Nunca nadie se resistió. Por suerte, en ese período nunca de mató a nadie”.
Sosa acumuló antecedentes, similares a los de El Chueco: “Tenía 17 años y fue una estupidez. Tuve una participación bastante corta, seis o siete meses, pero fueron suficientes para dejar el tendal. En 1969, cuando me detuvieron, yo ya tenía un cartel más grande que la Coca Cola: caí como autor de 87 asaltos. Asolamos la ciudad, Canelones, Maldonado. Hacíamos una cantidad de cosas desagradables, bien de lumpen: robábamos, secuestrábamos, apretábamos.”
Su relato va directo a dos asuntos hasta ahora disimulados. Por un lado, el Chueco mató a vecinos o compañeros de su banda, a uno de ellos por la espalda. Además, el Chueco no era un Robin Hood como lo pintó Viglietti y otros portavoces del Frente Amplio. Preguntado si efectivamente repartía lo que robaba, Sosa respondió “¡Nada! ¡Que iba a repartir! Es un cuento. De Robin Hood no tuvo nada. Él no tenía prestigio en el cante. Le tenían mucho miedo. Él te metía la pesada. Era un loco que no titubeaba en sacar el revólver y pegarte un tiro. Todo el mundo lo esquivaba”.
Otros dos aspectos narrados por Sosa dan cuenta de la personalidad del Chueco. Consultado si alguna vez robaron un banco, que es lo que afirma Viglietti, el entrevistado lo desmiente: “Nunca. Fueron todos asaltos chicos: casas, farmacias, ferreterías, boliches. Yo traté de que el Chueco pensara más en grande, pero no pude. Su mentalidad no le daba para más.”
Para colmo, el Chueco no le entregaba a su socio lo que le correspondía. Relata ahora Sosa que “el Chueco me "mejicaneó" mucho. Cuando caí preso, me fui enterando porque supe lo que nos habíamos llevado de tal y cual asalto. El Chueco entraba, yo me quedaba en el auto y él me pasaba para la cueva. Él tenía su plata apretadita y abrió un almacencito en el barrio”.
El reportaje incluye un testimonio de una vecina que sigue viviendo en el “cante”. Angélica Ferreira, de 70 años, resume la situación, sosteniendo que el Chueco “era un chorrito de barrio”, que “no repartía nada”. Angélica le dijo en la cara a Viglietti, una vez que el autor visitó el barrio: “Hiciste una canción hermosa, pero es mentira”.
Hace pocos meses, el Gobierno incluyó al Chueco, en una lista preparada por la secretaría de Derechos Humanos, como víctima de la represión previa a la dictadura pero el engendro fue posteriormente retirado de la web oficial de presidencia de la República.
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