Por Marcela Pérez Pascual
Hoy me toca escribir la columna más triste y difícil hasta ahora. Este martes falleció Gonzalo Aguirre Ramírez, abogado, dirigente nacionalista, Senador y exvicepresidente de la República. Para mí, mi querido profesor.
Tuve el honor que fuera mi profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica del Uruguay en el año 2000 en Derecho Constitucional II.
Nació el 25 de enero de 1940. Hijo del abogado Tomás Aguirre Rosselló y de Irene Ramírez García, casado con Marga Sosa Ferrés y orgulloso padre de dos hijos, Gonzalo y Lucas.
Su biografía y participación en hechos que marcaron nuestra historia reciente es por todos conocida, y me remito a mi columna del 25 de septiembre del año pasado que escribí en su honor, en la cual relato algunos de los más relevantes.
Hoy quiero resaltar hechos que quizás no todos sepan o hayan tenido la oportunidad de conocer.
Era un hombre sencillo y austero, si uno se lo cruzaba por la calle o se lo encontraba en un café jamás sospecharía que estaba frente un exvicepresidente. Sumamente humilde y generoso con su conocimiento, siempre dispuesto a compartirlo y entregarlo gratuitamente a quien estuviera dispuesto a recibirlo.
La puntualidad era una de sus características, tanto a nivel parlamentario como en el ejercicio de la docencia. Jamás llegó un minuto tarde a clase, lo que nos llevaba a nosotros a ser puntuales también.
Memoria prodigiosa e inteligencia envidiable. Disfruté mucho de sus anécdotas parlamentarias las cuales compartió con nosotros en clase. Tenía una característica muy particular, cuando iba a contar una picardía los ojos le brillaban como si fuera un niño chico y se reía de forma pícara e inocente. Condimentaba con elegante ironía sus relatos lo que hizo que sus clases siempre parecieran cortas y quisiera que no terminaran.
Su calidez como ser humano, su cercanía y su don de gente hicieron que al poco tiempo de conocerlo dejara de ser "El exvicepresidente" para pasar a ser "El Profesor" y poco tiempo después pasó a ser "Mi querido profesor"
Sin duda se fue una de las más grandes figuras políticas y jurídicas de nuestro país y con él un pedazo de nuestra historia. Una persona fiel a sus principios, que siempre demostró respeto hacia sus oponentes y que actuó con honradez.
Sea éste mi humilde homenaje y último adiós a ese profesor que me trató siempre con mucho respeto y cariño y que cada vez que yo me daba vuelta para hablar con algún compañero, cosa que hice con mucha frecuencia, de forma educada y cariñosa me decía "Marcelita, deje de hablar que parece una urraca parlanchina, por favor dese vuelta y preste atención". Ojalá todos tuvieran el honor y privilegio de poder decir que el Oso Aguirre fue Su profesor.
¡Hasta siempre querido profesor!