La producción agropecuaria en tiempos de guerra

Por Tomás Laguna

En un escenario de conflagración mundial que excede a los campos de batalla, la incertidumbre en las relaciones de precios como consecuencia de los mercados mundiales pautará de aquí en más al agro negocio, no solo de exportación sino fundamentalmente por sus consecuencias en el abastecimiento interno.

Muchos de los temas que vienen ocupando la agenda agropecuaria desde un tiempo a esta parte pierden importancia relativa ante las circunstancias de los mercados mundiales condicionados por la invasión rusa a Ucrania, tanto por el alza en el valor de las materias primas alimenticias como por el mayor precio de los insumos. Las controversias en torno a las campañas sanitarias, tanto tuberculosis como brucelosis, las discusiones sobre cómo implementar y financiar el ya muy manoseado programa para la erradicación de la bichera, los reclamos por acciones efectivas en el control de los perros depredadores, todos son temas que pasan a segundo plano ante la fuerte incertidumbre sobre cómo incidirá en nuestros principales sistemas productivos estas nuevas circunstancias mundiales, aún difíciles de dimensionar. Incluso la fuerte preocupación por la revalorización de los últimos meses de nuestra moneda frente al dólar, factor de importancia en la competitividad agro-exportadora, pasa a redimensionarse en una ecuación mucho más compleja.

Tras la pandemia y la caída de la actividad económica mundial, los mercados comenzaron a reactivarse creciendo casi un 6% en el 2021 y con perspectivas de hacerlo en un 5% en el año en curso. Las cadenas de suministros se reactivaron a partir de una mayor demanda, en cierta medida impulsada por las ayudas fiscales en algunos países. Esto generó congestionamiento en el transporte marítimo, dificultando el abastecimiento y el encarecimiento de los costos logísticos. Como consecuencia, los mercados internacionales ya acusaban una fuerte tonificación en el valor de las materias primas alimenticias, incidiendo en la inflación de las distintas economías, para peor no acompasando la recuperación del empleo a nivel mundial. A octubre del 2021 el índice de precios de alimentos de FAO pautaba un crecimiento del 25% respecto de inicios de año. Para ese período, y en referencia a nuestros rubros de exportación, los cereales se incrementaron 27%, los lácteos 17% y la carne 7%. En todos los casos con incrementos que continuaron en los meses siguientes. No fueron ajenos a esta tendencia alcista los productos generadores de energía, en particular el petróleo, el cual a octubre del año pasado ya cotizaba U$S 83,5 el barril, con un incremento del 46% respecto de inicios del 2021. Esto fue buen motivo para la oposición en su diatriba política estribando en el precio interno del combustible, aprovechando los condicionamientos que impedían al gobierno cumplir con sus objetivos de hacer más competitivo el acceso a la energía necesaria para producir. Pero también en el mismo lapso hubo fuertes incrementos en los insumos estratégicos, caso del fertilizante y algunos agroquímicos. Explicados por argumentos similares, una demanda incrementada desfasada de los niveles de producción y por lo tanto de la oferta, todo sumado a las dificultades para el transporte marítimo.

Por entonces, y cuando ya se vivía la tensión ante una posible invasión rusa a Ucrania, voceros de la Cámara Argentina de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos explicaban que problemas geopolíticos alteraban los flujos normales del comercio. Por un lado, Estados Unidos aplicaba derechos compensatorios a importaciones de Rusia y Marruecos; Rusia aplicó cupos de exportación, en tanto elevaba los costos y disponibilidad de gas a Europa. China, principal exportador de fosfatos, hacía lo propio cuotificando la exportación de fertilizantes para asegurar el abastecimiento interno ante la escalada de precios mundiales. Y aún Rusia no había invadido Ucrania...

En aquel escenario previo a las fuertes restricciones a los mercados consecuencia de las sanciones a Rusia y su propia reacción, el alza en los costos de producción se compensaba con los mayores precios de nuestras materias primas exportadas. Todos los rubros valían, no obstante, ya se empezaba a sufrir el efecto en la canasta familiar, en particular con uno de los productos más sensibles, la carne. Los últimos datos de inflación responden a aquella realidad.

Si veníamos de un escenario ya complicado en materia de relaciones de precios, hoy la situación se agudizó con el agravante de la mayor de las incertidumbres. El nuevo escenario al que se enfrenta hoy la producción agropecuaria es aún más fuertemente expansivo en precios, del producto sin duda, pero mucho más en los insumos. Y ya no se trata solamente de mayores costos para producir, sino de poder contar con los insumos en tiempo y forma, lo que agrava la incidencia en la ecuación productiva. Ni que hablar del abastecimiento al mercado interno, tomador de precios a partir de las paridades de exportación en algunos casos pero en otros trasladando los costos de producción. Situación que se hace más dramática cuanto más intensivo es un sistema productivo.

Para la próxima siembra de cultivos de invierno, la expectativa de los buenos precios internacionales del trigo se verá acotada por los significativamente mayores costos de producción. Esta disyuntiva se extenderá a todos los rubros según sus particularidades. Pero entretanto el gobierno deberá resolver cómo evitar que esta escalada de valores internacionales incida en la inflación y por ende en el costo de vida de los habitantes de este país. Dos moscas difíciles de atar por el rabo: alentar la mayor producción aún a pesar del incremento en los costos de los insumos sin afectar la canasta familiar y por ende la inflación, con todo lo que esto implica para la estabilidad en las relaciones políticas internas.

Ante el drama de muerte, destrucción y desplazamientos que sufre el pueblo ucraniano por el delirio megalómano de un sátrapa psicótico y sus esbirros, reviviendo abyectos personajes similares del siglo pasado, acaso nuestras preocupaciones sean menores, pero no dejan de merecer atención.