Por Julio María Sanguinetti
El Codicen es una estructura administrativa mayor del Estado uruguayo: tiene 65 mil empleados, 2.700 centros docentes y administra un presupuesto de 2.500 millones de dólares, que incluye dos grandes préstamos internacionales del BID y del Banco Mundial.
El desafío de administrar este gigante ha sido siempre tremendo, más allá de los debates técnicos sobre la materia pedagógica, o sea programas, currículas, metodologías o formación docente.
En este momento, en que se aleja quien ha presidido el Codicen y liderado un proceso de Transformación Educativa, ¿qué es lo que precisa el Codicen? ¿Alguien que venga a innovar o por el contrario a continuar una gestión? ¿Alguien que venga a discutir los planteos pedagógicos ya todos definidos o simplemente quien pueda asegurar su aplicación? ¿Algún buen docente, de alguna rama parcial de la enseñanza, o alguien que tiene el panorama desde la autoridad central y su ejecución?
Plantear el tema es resolverlo y de ahí que no ha habido mejor respuesta para la vacancia de la Presidencia del Codicen que la profesional que durante estos tres años y medio ha sido el brazo ejecutor de la Transformación Educativa desde la Secretaría General.
El Frente Amplio, sin embargo, no ha votado a la Dra. Virginia Cáceres, cuya solvencia personal reconocen, pero que, a su juicio carece de la "trayectoria en el ámbito educativo" o "méritos acreditados" que exige la ley. Hay que entender que esta norma proviene de la LUC, en que se mantuvieron esos extremos, pero se borró la exigencia de 10 años de experiencia en la educación. O sea, la ley dejó de lado la condición profesoral para reclamar, eso sí, trayectoria. Ahora bien ¿varios años en la Secretaría General del Codicen no son suficiente trayectoria en el ámbito educativo? Está claro que esta expresión no alude a la condición de profesor, que fue expresamente derogada. Lo que se pide es que no venga de afuera alguien que no tenga ninguna trayectoria. Y eso es lo que está más cumplido desde el cargo más relevante en el manejo de esa enorme estructura.
Un brillante profesor de historia o de matemática, difícilmente tenga mucha idea de lo que es la Administración Nacional de Educación. Su voz puede ser relevante a la hora de los diseños curriculares o los debates pedagógicos. Es lo que en este momento no está en debate, porque está todo definido y puesto en marcha. Hoy el tema es administrar la ejecución de la reforma en marcha.
Dicho esto, añadamos que la Dra. Virginia Cáceres es una profesional brillante, una honesta servidora pública y una demócrata a la que hemos visto militar desde su primera juventud en las mejores causas. Es menudita de aspecto, pero firme de carácter. Joven pero ya experiente en la administración. No dudamos que podrá continuar con eficacia y brillo la tarea emprendida.
Párrafo aparte merece la actitud mezquina del Frente Amplio en el tema. Conocen a Virginia y no discuten sus capacidades, pero se trepan a una interpretación leguleya para simplemente abrir otro espacio de confrontación política con el gobierno.
Sin autonomía de criterio, la dirigencia política frentista marcha detrás de la iracunda dirigencia sindical, radical y desaforada, que ahora anuncia el bloqueo total del proceso de reforma en curso. "Que no avancen ni un gramo, ni un milímetro"; que se detenga esta reforma que "atenta de forma criminal contra los docentes", arengó el Señor Olivera, primera figura sindical de esos gremios que emplean la metodología fascista del "escrache" personal, el desafuero de no reconocer la legitimidad de un gobierno democrático para fijar las políticas y defienden abiertamente la violación de la laicidad republicana a través del proselitismo en los centros de enseñanza. Cuando el debate de la LUC una vez más revelaron su imaginario disparatado cuando hablaban de "privatización" de la educación pública pero no los detiene ni aun el pronunciamiento popular que rechazó sus posturas. Hoy convocan a la "resistencia", asumen una actitud profundamente antidemocrática, pero -lo que es tanto o peor aún- nunca ofrecen una propuesta salvo reclamar recursos. Lo de ellos es el quietismo, ignorar los espantosos resultados de las pruebas, que como un deber moral nos imponen intentar cambios como los que están en marcha. No pretenden ser la panacea, pero sí un rumbo claro de cambio. ¿Qué ofrecen ellos? Resignarnos a que los más pobres sean los más perjudicados. Como vuelven a hacerlo esta semana parando y parando, que es su modo habitual de expresión.
No olvidamos la tristeza de Astori cuando decía que había entregado como Ministro más dinero que nunca y los resultados eran los peores.
Como en todos los ámbitos, el gobierno avanza con reformas. Hay que seguir adelante y el recambio en la presidencia del Codicen es eso, la ratificación de esa voluntad.
El país no puede resignarse a la presión de quienes representan el fracaso.