Por Julio María Sanguinetti
Desde hace bastante tiempo, se lleva y se trae el tema de la Coalición al terreno de las Intendencias.
Como es notorio, en la elección de 2014 se realizó un intento fallido en Montevideo, con un lema circunstancial y la candidatura del Señor Novick. En la última, sin embargo, se organizaron las cosas mejor y con una candidatura única de la Economista Laura Raffo se votó razonablemente. Nuestro Partido obtuvo cuatro ediles, que no es poca cosa.
La experiencia de Salto, en cambio, llevó a que el Senador Coutinho planteara el tema en el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado, porque si hubiéramos sumado las candidaturas blanca y colorada, no habría Intendencia frentista.
En estos días, lo replanteó el sector Ciudadanos y el tema merece un análisis serio en un terreno que va más allá de las Intendencias, hace a la posición del Partido Colorado y al éxito electoral de la Coalición. A esta altura creo que nadie duda que de la votación colorada depende la continuidad de este proceso de cambios hoy en curso.
Desde nuestra mirada partidaria, el tema es particularmente complejo por la actual demografía electoral, con un Partido Nacional mayoritario en la mayoría del interior, salvo Rivera y Salto. Votando separados los partidos de la coalición, el Partido Colorado queda en una situación de baja expectativa, que lleva al desaliento o a que algunos de sus dirigentes terminen tentados a votar con el candidato a Intendente nacionalista, para participar en su administración. Hasta pasan a ser, en algunos casos, árbitros de la competencia interna del Partido Nacional.
Esta baja expectativa municipal tiene una proyección nacional incuestionable, por el desánimo que conlleva para la elección nacional y la conquista de las bancas parlamentarias. Dicho de otro modo y sin reticencias: nuestro Partido debilita el brío necesario para dar electoralmente lo que debe dar, en función de la calidad de su gente, la fuerza de su doctrina batllista y la tradición que representa. Sin ese empuje, la Coalición disminuye drásticamente sus expectativas. No siempre los Intendentes nacionalistas lo entienden, pensando en su lógica local y no en el interés del conjunto.
Este es un planteo netamente electoral, pero si lo pensamos más en profundidad, toda la cuestión de la elección municipal merecería un examen sereno y maduro, que va más allá de este planteamiento que acabamos de hacer y que reconocemos interesado.
Como se sabe, los Gobiernos Departamentales tradicionalmente se elegían conjuntamente con la elección nacional. Fue recién en 1997 que se separaron de la elección nacional, en virtud de las transacciones propias de un proceso político de reformas, que incluía -entre otras cosas- la doble vuelta presidencial. No se planteó entonces ese ballotage en el ámbito departamental pero hoy hay quienes lo están sustentando actualmente. Del mismo modo que también hay opiniones favorables al retorno al viejo sistema de una elección general simultánea para el ámbito nacional como el departamental.
También se está planteando, con toda lógica, que las Alcaldías puedan votarse en un lema diverso al del candidato Intendente, alternativa que podría resolver la Corte Electoral en beneficio de la libertad del ciudadano. El Partido Colorado lo ha planteado en la Corte, porque no es necesaria ley. No ha tenido éxito, pero esto debiera repensarse porque es de la más estricta justicia electoral.
Como se aprecia, el tema es complejo y serio en las dos direcciones, tanto la institucional como la política. Debe quedar claro que un lema de la Coalición no significa candidaturas únicas, como ocurrió en Montevideo en la última elección. Al revés, la idea es potenciar la competencia, para darle vida a todas las opciones.
El tema da para mucho y tendrá que resolverse en la primera mitad del año que viene, antes de que la carrera electoral (ya insinuada) impida todo análisis sensato y sereno.