Edición Nº 1008 - Viernes 20 de setiembre de 2024

Analfabetismo democrático

Hace poco advertíamos que nada bueno se puede cosechar si lo que se siembra es rencor y odio. Las semillas germinadas por la izquierda -política y sindical- lo demuestran día a día. El jovencito dirigente gremial que, azuzado por viejos zorros desestabilizadores, aseguró hace muy poco que el "hostigamiento" iba a seguir hasta que "este gobierno cambie", ahora dijo que, como la LUC le parece "injusta" y no lo "representa", no tiene porqué "respetarla". Además, dejó claro que los "milicos no son trabajadores". El daño causado a estos jóvenes parece irreparable.

El conflicto que tiene como campo de batalla al icónico Instituto Alfredo Vásquez Acevedo (IAVA) continúa. El viernes de la semana pasada, el gremio de estudiantes del IAVA, compuesto por una ínfima minoría de jóvenes (30 agremiados en 3.000 estudiantes), cortaron la calle Eduardo Acevedo, donde se encuentra el centro de estudios mencionado, luego marcharon por la avenida 18 de julio hasta la sede de la ANEP y cortaron la intersección de Avenida del Liberador y Colonia.

Como ya había ocurrido, las autoridades gubernamentales procedieron de acuerdo a derecho. El Ministerio del Interior, amparado en el artículo 468 de la Ley N° 19889 (LUC) -que declara "ilegítimos los piquetes que impidan la libre circulación de personas, bienes o servicios, en espacios públicos o privados de uso público"-, se presentó para intimar a los 30 jóvenes, explicándoles que, de acuerdo a la legislación vigente, no podían cortar el libre tránsito.

En un video registrado por Subrayado (Canal 10), se escucha a Gerónimo Sena, el "líder" y vocero de los 30 estudiantes del IAVA, argumentar frente a los efectivos policiales que, como la LUC le parece "injusta" y no lo "representa", no tiene porqué "respetarla", ni siquiera por la fuerza: "La LUC a mí no me representa y creo que a ninguno de acá, porque fue súper injusta. No hay posibilidad de que (a) los estudiantes nos calmen, y mucho menos asustándonos con una patrulla, unos palos, unos cascos todos sucios".

No contento con su acto de insolencia en vivo, el joven dirigente usó sus redes sociales para insultar a la policía, compartiendo el video al que nos acabamos de referir, acompañado por la siguiente leyenda (utilizada desde hace un tiempo por un grupo de gremios que luchan por expulsar del PIT-CNT al sindicato policial): "Los milicos son represores, ellos no son trabajadores; defienden a la burguesía y cagan a palo a los pobres. Los milicos afuera, que se vaya el SIFPOM [gremio policial], hay que echarlos a todos, de nuestra convención", escribió Sena.

Sin más contexto, la ignorancia y el odio expresados por este joven de 16 años son consecuencia directa del adoctrinamiento a los que sectores radicales del frenteamplismo y el sindicalismo -que hoy, lamentablemente, son mayoría y lideran la coalición de izquierda- exponen a los jóvenes. Sembrando odio y rencor, cosechan a los totalitarios del futuro (sus "cuadros").

En el multicitado libro "Sin legalidad no hay libertad", el jurista italiano Piero Calamandrei retoma la vieja máxima de "donde no hay ley no hay libertad" para defender el principio de legalidad como condición necesaria para la democracia liberal. "La legalidad es condición de libertad. Sin certeza del derecho no puede existir libertad política", escribía Calamandrei en 1944. La autoridad de las leyes, explica el autor, emana "de la convicción moral de que la ley expresa una libre competición de opiniones [y] permite al opositor [...] poder invocar mañana, en su propio favor, el mismo respeto a las reglas del juego que hoy se hace valer frente a él".

Así es y ha sido siempre para nosotros, los liberales, quienes creemos en la democracia como un fin y no como un simple medio para conseguir objetivos políticos partidarios. Aquellos que respetamos el orden legal, con independencia de si la legislación no gusta o no, si nos parece justa o no. El mundo en libertad no es posible si cada ciudadano decide qué ley respeta. Con el infantil argumento de Sena, un delincuente podría argumentar que no lo "representa" la legislación que regula el delito de homicidio, defendiendo así su "derecho" a asesinar libremente.

Tan absurdo como peligrosamente totalitario. Calamandrei escribió su obra para explicar la estrategia del fascismo italiano (el "régimen de la ilegalidad desplegada"), a la que parece adherir Sena y todos aquellos que festejan sus minutos de fama en televisión. Para prosperar, explica el autor, el totalitarismo necesita de una "desdichada deseducación de los ciudadanos", y así destruir su "sentido de legalidad". Reflexiona Calamandrei: "El sentido de la justicia puede hacer sentir la injusticia de la ley e impulsar a modificarla; pero no debe destruir el sentido de la legalidad [...] El compromiso de respetar la ley mientras esté en vigor es una de las garantías de libertad, que encuentra en ese respeto el modo de eliminar la injusticia de aquella sustituyéndola por una mejor."

Las reflexiones de este jurista antifascista, iluminan detalladamente la triste realidad que estamos viviendo. Durante años, hemos insistido en las predecibles consecuencias de la degradación educativa a la que nos expuso el frenteamplismo corporativo. Los mismos que durante la última década y media impulsaron, denodadamente, una enseñanza de la historia sesgada hacia la izquierda, con héroes (ellos) y villanos (los otros), azuzan a un jovencito de 16 años que está pagando las consecuencias de su sobreexposición mediática.

Lo más triste -y peligroso- es que el analfabetismo democrático, del que el joven Sena es fiel representante, no es una consecuencia imprevista; forma parte de una estrategia.




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