Correo de los Viernes - Candidatos y Partidos

Candidatos y Partidos

Por Julio María Sanguinetti

Machacona es la pregunta sobre qué candidato tendrá el Partido Colorado. No hay entrevista de prensa o simple ciudadano que no formule esa interrogante, particularmente nuestros correligionarios colorados y batllistas.

Luego de que el Senador Pedro Bordaberry anunciara su voluntad de no postularse y, aún más, de que se replegara exclusivamente sobre su labor legislativa, lo que era una interrogante común ha pasado a ser, como decimos, la expresión de un clima acucioso, desasosegado del Partido Colorado. Es natural, se trata de la figura política más importante del Partido en los últimos diez años: candidato a la intendencia capitalina, candidato a la presidencia en dos oportunidades y líder del grupo que resultó mayoritario en la última elección interna. Éste ha propuesto un nuevo Secretario General, el diputado Adrián Peña, que empieza a trabajar con entusiasmo pero está apenas en el inicio de su labor.

No existe todavía, entonces, una respuesta para ese vacío dejado por Pedro Bordaberry. En los grupos que se identifican como estrictamente batllistas, el diputado Tabaré Viera, el senador Amorín y personalidades independientes encabezan movimientos que han estado reuniéndose para rescatar la idea de un “batllismo unido”, victorioso en su tiempo. Es una buena iniciativa y confiemos en que el alejamiento de Bordaberry no diluya ese propósito.

Son gente que trabaja. Sin ir más lejos, hace pocos días, el Espacio Abierto de Tabaré Viera realizó un concurridísima asamblea en el Platense, singularmente exitosa para los fríos invernales y la lejanía electoral.

Está creciendo la efervescencia de la elección interna juvenil, que en octubre elegirá la representación de los menores de 30 años en los órganos de conducción del Partido. En el pasado han sido muy importantes y confiemos en que, aun con muy pocos medios, también lo serán ahora. Pensar en diez, quince mil jóvenes votando adentro del coloradismo, sería una gran noticia. Y también un gran desafío, al que habrá que darle cauce el año que viene con el dibujo de las primeras fórmulas electorales, para que ese impulso juvenil se encauce y reconstruya con alegría un horizonte de esperanza.

Todo este impulso choca con ese machacona pregunta, que es la misma que se da en todo el mundo: ¿quién es el candidato? ¿A cuánta gente oímos decir “yo voto a la persona”?

Esa es una desgracia de la sociedad contemporánea: el ciudadano busca un candidato y no un partido. No advierte que la pertenencia a un partido es fundamental. Alguien, por ejemplo, que votó al Dr. Vázquez por la moderación de su estilo, ¿puede estar contento de que hable de los tres poderes funcionando en Venezuela y de que se haya resignado a perder a los colaboradores que él mismo había elegido para intentar cambios en la educación? Esa es una resultancia de la lógica democrática: el Dr. Vázquez está condicionado por su partido y, en su caso, por la estructura sindical asociada a éste, que constituye el mayor poder de presión. Quien votó a “la figura” no pensó que votaba también al PIT CNT mandando.

Como ejemplo de una demostración a la inversa, podemos señalar que la decisión del señor Trump de ingresar a la política por la vía del Partido Republicano, es la mayor esperanza de moderación de los arrebatos personales del extravagante presidente. Sus tuits son tremendos. A juzgar por ellos, estaríamos en la víspera del apocalipsis. Sus decisiones políticas, sin embargo, vienen encontrando el tamiz de un parlamento que acepta su liderazgo pero no cualquier cosa.

Se trata entonces de hacer entender que hoy el Partido Colorado es la misma garantía que fue siempre para la ciudadanía.

Somos progresistas, sin los excesos demagógicos del populismo o la igualación hacia abajo del socialismo. Basta mirar lo que hizo el Batllismo en la educación y lo que hace hoy el gobierno frentista para ejemplificarlo. Nosotros creamos los CAIF, las escuelas de tiempo completo y los bachilleratos tecnológicos. Ellos pusieron dinero y nada más, con un resultado dramáticamente adverso. Del mismo modo, somos liberales pero no conservadores, no nos resignamos a que el crecimiento se “derrame” espontáneamente por la sociedad y por eso nuestros gobiernos lograron las mayores bajas de la mortalidad infantil y las caídas proporcionalmente mayores de la pobreza. Somos sí reformistas, y allí están —como ejemplo— la política de forestación y las zonas francas, los únicos ámbitos que en estos años han recogido inversiones internacionales, que hoy muestra ufano el gobierno cuando el Frente Amplio fue su tenaz opositor. Las causas de la república laica nos siguen convocando y, al mismo tiempo, si la seguridad social hoy todavía existe en el país es porque en su tiempo se la reformó y viene sobreviviendo pese a los retrocesos con que estos gobiernos sin rumbo la vienen dañando.

En una palabra, el Partido Colorado hoy debe estar al pie de esas ideas y esos sentimientos. Ya encontrará los abanderados que en su momento mejor lo representen.

El desafío es trabajar y difundir. Militar y hablar. Dejar de lado negativismos y, sin enojarse con ellos, mirar hacia delante con alegría y optimismo. Es lo que siento.