Por Julio María Sanguinetti
El 8 de marzo, Día de la Mujer, unos jovencitos integrantes de un conocido grupo militante, marcharon por 18 de julio con un muñeco gigante, una cabeza monstruosa aparentemente de mujer, con la estrella de David en su Frente, atravesada por una lanza. El grupo responde a Our Voice, una entidad "feminista" que participó de la organización de la marcha de ese día, junto a algunas entidades parecidamente totalitarias y muchas otras que simplemente acompañan una noble causa, siendo arrastradas a convivir con estos episodios que ya no son anécdota sino parte de un serio problema.
No nos olvidemos que la tradicional Iglesia del Cordón, tuvo que ser particularmente protegida por la policía, ya que en ediciones anteriores de esta marcha se produjeron pintadas difamatorias y agresiones.
El tema ahora es gravísimo porque se inscribe en una avalancha antijudía que, desde la agresión de Hamas a Israel, el 7 de octubre, reitera actos típicamente racistas, penados como delitos por la ley que en su momento proyectó nuestro amigo el diputado batllista Nahum Bergstein, que libró una larga lucha para que quedara clara la configuración del ilícito.
En esta ocasión, además de la marcha feminista, se han registrado pintadas en Pocitos, insultos de personas a instituciones judías, hasta se repartió, en una marcha pro Palestina, la fascista consigna "Sionista te estamos mirando".
Felizmente, la otrora tímida Institución de Derechos Humanos formuló una declaración de condena y el Senado aprobó una moción que repudia "toda expresión, de cualquier tipo, basada en el odio, la discriminación y el antisemitismo". También se dice que, siendo delito todo acto de incitaciones al odio deben ser "perseguido y condenado una vez conocido". El Frente Amplio, sin embargo, no votó este párrafo por considerar que invade la jurisdicción judicial cuando simplemente reitera lo que dice la ley: que estos actos deben ser perseguidos y condenados. Ni siquiera es una referencia al episodio del 8 de marzo sino una expresión genérica que es el corolario natural de la existencia del delito.
No nos llama la atención. Al Frente le cuesta mucho todo lo que refiere a Israel o al terrorismo. Es más, su primera declaración cuando la agresión de Hamas a la población civil israelí, inédita por su crueldad, el 7 de octubre, no hacía mención a la organización terrorista. Ante las críticas, a regañadientes, lo hizo, pero a partir de allí se alineó sistemáticamente en contra de Israel. Es más, consideró "irresponsable" la abstención de Uruguay ante resoluciones de Naciones Unidas que reclamaban treguas o ceses de fuego, sin hacer referencia a la agresión que inició el enfrentamiento.
Una y otra vez han condenado la legítima defensa que ha hecho Israel, pero no al agresor. Naturalmente, esa respuesta militar ha sido muy dolorosa, pero luego de ver los kilómetros y kilómetros de túneles, que pasando por debajo de hospitales y escuelas, configuran la organización militar terrorista, queda claro que, por más esfuerzos que se haga, es difícil lograr la precisión de ataques que solo alcancen a los terroristas. Es notorio que el ejército israelí ha anunciado los bombardeos, ha pedido evacuaciones y, como toda fuerza de un país democrático, está expuesto al juicio de la opinión pública donde hay sectores muy críticos del actual gobierno. Pero no tiene ni tuvo otro camino que actuar, porque lo opuesto sería sentarse a esperar el próximo ataque.
En nuestra situación y en este momento, hay que ser claro. Las entidades organizadoras de la marcha del 8 de marzo deberían haber hablado y no lo han hecho. No condenan el episodio, pese a que toda la acción de Hamas posee una aberrante carga de desprecio a la mujer que no parece conmoverlas. Las descripciones, los informes forenses, son incuestionables en mostrar la particular crueldad y ensañamiento contra las mujeres vejadas, secuestradas o asesinadas en el ataque de Hamas. Esta es una expresión rotunda, lamentable, de ese doble discurso de la llamada izquierda progresista, alineada junto a un movimiento palestino que no reconoce la igualdad de derechos de la mujer como la inmensa mayoría del mundo musulmán. Severos críticos de todo lo que hace Israel, no les sacude, en cambio, la situación de sometimiento femenino que se vive en países donde es una conquista histórica poder manejar un automóvil...
El país tiene una tradición muy arraigada en esos temas. Identificada con el Batllismo, por otra parte. Somos el país de Luis Batlle, de Rodríguez Fabregat y Oscar Secco Ellauri. Nuestra participación en la creación de Israel y su consiguiente actitud histórica de apoyo, consolidó una política que, por más reticencias que tuvo el Frente cuando fue gobierno, no pudo alterar sustantivamente.
Por eso, hoy más que nunca las definiciones de principio se hacen fundamentales. Aquí hay un agresor y hay un agredido. Todo razonamiento debe partir de ese hecho, que es el inicio de esta etapa del conflicto. Si no se parte de ese reconocimiento, pedir una tregua, sin la entrega de todos los rehenes, es simplemente aliarse al terrorismo. Si no se asume que aquí no hay un Estado Palestino, que nunca hubo, sino una organización terrorista que usurpó el poder desplazando a la autoridad legítima, estamos confundidos. Si aquí, en nuestro país no repudiamos con todo énfasis y castigamos con todo el peso de la ley a quienes asumen prácticas racistas, antijudías o xenofóbicas estaríamos cuestionando los valores más esenciales de nuestra República.
Por eso, afirmo: no pasarán. Como no pasaron cuando el nazismo parecía conquistar el mundo. Como no pasaron cuando el estalinismo arreciaba. No pasarán ahora. Porque el Uruguay es libertad y tolerancia, es democracia y Estado de Derecho.