¡Demencial!
Por Julio Aguiar Carrasco
Las expresiones de Mujica sobre el asalto a bancos son en todo sentido deplorables
Tres jóvenes iban en un ómnibus, en horas de la noche. Sentados en asientos separados, eran tupamaros que habían fracasado en asesinar a un policía (“Operación no realizada”).
En determinado momento, sube un policía al ómnibus sin vinculación con el hecho anterior. ¡Bastó una mirada entre los tres para asesinarlo!
Esto figura en las Actas Tupamaras: si alguien tiene dudas, googlee y las podrá leer con la misma perplejidad que lo hice yo.
El Manual de Marpghelle, mencionado en las Actas, guerrillero del Brasil, decía: “...el título de asaltante, terrorista, etc. … debe ser considerado como un título de orgullo… es una condición que ennoblece a cualquier hombre, pues significa exactamente la actitud del revolucionario que lucha a mano armada”.
El 21 de diciembre de 1971, en la estancia Espartacus, en la ruta 9, a diez kilómetros de Pan de Azúcar, el peón Ramón Pascasio Báez Mena, casado, con hijos y nacido en 1925, caminaba por el campo. Para su desgracia, encontró una tatucera: fue detenido por sediciosos, secuestrado durante dos meses y asesinado con una jeringa de pentotal.
77 personas murieron a manos de los tupamaros: policías, soldados, particulares, etc. Una guerra como la definieron ellos (y lo fue) que apuntaba a la conquista del poder, destruyendo las raíces democráticas que caracterizaban al país.
Muchos de las víctimas murieron sin tener ninguna oportunidad de defensa, como los cuatro soldados que estaban en la puerta del Comandante en Jefe del Ejército.
No tiene nada de lindo entrar a un banco para robarlo, con una 45 en la mano, porque la gente “te respeta”. Por el contrario, es un acto de cobardía, que toma a la gente sin capacidad de defensa y no logra el respeto sino el temor: es lo mismo que matar por la espalda o con una jeringa de pentotal.
Mujica nos toma por idiotas. Solo un sádico puede decir que entrar a robar a un banco con una 45 en la mano, “es lo más lindo”- No me interesa si lo dice en serio o se cree que es un chistoso: el mensaje que le da fundamentalmente a los más jóvenes es nefasto.
Los tupas justifican su acción por la “crisis económica” que comenzó en 1955. Es una enorme mentira, como tantas que dicen para disimular en algo los excesos antihumanitarios que cometieron.
Si cada crisis económica generara reacciones violentas y organizadas como dicen los tupas, andaríamos todos a balazo limpio. Ellos querían otra cosa, pretendían el poder, destruir la democracia, imitar a Cuba y a la Teología de la Liberación, etc.
Todo aquello de que “el pueblo unido jamás será vencido” es otra gran mentira. En las elecciones de 1971, la suma de los partidos tradicionales a favor de la paz superó el 80% de la población.
¿Cómo ennoblece esto a alguien? ¿Por qué asesinar inocentes con balazos o con bombas, a traición, tiene algo digno? Es cobardía pura y solo un odio muy profundo o una psicopatía puede explicar actitudes de esta naturaleza.
Mujica no entiende la responsabilidad que supone ser un líder político, su influencia, las marcas espirituales que deja en gente joven o en ciudadanos comunes.
Es entendible: Mujica no tiene tradición democrática, no siente la libertad, la tolerancia ni la República. Curiosamente, fue presidente por el sistema que quiso destruir: por su gestión tan mala, casi lo logra.
Mujica llegó a presidente cuando los tupas ingresaron al Frente Amplio, cosa que no todos compartían. Lo hicieron porque aumentaba la posibilidad de ganar las elecciones.
Hoy, después de las elecciones internas, el MPP y los comunistas suman más del 50% de sus representantes., lo que no deja de ser preocupante.
Sinceramente me rechina hablar del pasado. Estoy harto de mirar hacia atrás, que no nos dejen analizar el país que queremos y no el que fuimos. Pero estas declaraciones de Mujica hacen hervir la sangre: yo viví esos años y sé de lo que habla. También viví los años de la dictadura, que, en buena medida, se la debemos a ellos.
Será famoso en el exterior, donde no conocen toda la historia. Acá sabemos que “como te digo una cosa, te digo la otra”, la ha ido llevando. ¡Basta Mujica, ya no engaña a nadie y perjudica a mucha gente!
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