El Vía Crucis de Victoria Rodríguez
Lo que pasó al inicio del programa “Esta boca es mía” hace unos días, es una metáfora perfecta de lo que nos está ocurriendo como sociedad.
Una de las mejores comunicadoras televisivas de nuestro país, que es además una brillante actriz de teatro y artista plástica, tuvo que defenderse ante cámaras de una carta abierta publicada en las redes sociales y reproducida por la prensa, en que fue acusada de estigmatizar al barrio Colón como foco de violencia e inseguridad. El texto completo de la carta y de aclaraciones posteriores del televidente puede leerse en su perfil de Facebook: http://www.facebook.com/emiliano.tualacerdena
Emiliano Tuala Cerdeña la acusa de hablar en forma despectiva del Complejo América, donde él reside. Acusa al canal de dar una imagen falsa de su barrio y de paso le dice a Victoria que fue “genuflexa” cuando entrevistó a la esposa del “delincuente Bush”.
Luego usa la ironía: “tenemos dos pies, dos ojos”, la invita a “hacer turismo aventura y conocer Colón”. Acusa al programa de ser violento porque “la frivolidad, la exclusión y la ignorancia son violentas”. Les pide entre otras cosas que “lean más”, que “sean menos brutos”. Invita a Victoria a tomar unos mates en Colón, porque “te juro que más allá de Carrasco y Pocitos hay vida”.
Al momento de escribir esta nota, el irónico artículo de Emiliano Tuala Cerdeña había recibido más de cuatro mil “me gusta” y más de mil comentarios. Seguramente por el efecto bola de nieve que se generó, Victoria se vio en la necesidad de responder al televidente, al principio de uno de sus programas.
No vi el informe que generó la molestia de Tuala Cerdeña, por lo que no voy a opinar al respecto. Tampoco creo en esa teoría conspirativa tan a la moda en nuestro país, que atribuye a los canales de televisión una intención de construir mediáticamente la inseguridad. Si un comerciante declara que cierra su local con llave y lo abre según la cara del cliente, esto no es una construcción mediática, es una realidad. Soy muy crítico con no pocas prácticas de los canales de televisión, pero tampoco incurriré en el lugar común de matar al mensajero, acusar al medio de ser culpable de las noticias que difunde.
Si bien no estoy en condiciones de opinar sobre la pertinencia o no de la crítica de Tuala Cerdeña, me resulta profundamente irritante la manera como enjuicia a Victoria Rodríguez, echándole en cara su extracción social. Es una actitud muy taquillera: el muchacho que vive en Complejo América se ríe de la exitosa comunicadora de canal 12... La gente aplaude ese aparente triunfo de David sobre Goliath. Esto me recuerda al famoso “No sea nabo, Néber”, con que el actual presidente pulverizó la reputación de un gran periodista injustamente acusado de “facho”, adjetivo con el que ahora algunos comentaristas denigran a Victoria.
Seguramente “Bendita TV”, que se encargó de repetir hasta el hartazgo un único y antiguo traspié de Victoria en un programa de verano, se hará una fiesta con esta crucifixión populista a la comunicadora. Es que así somos los uruguayos: cuando alguien demuestra talento, brillo, inteligencia y por si fuera poco, incorrección política, bueno, a ese alguien hay que reventarlo. Me tocó leer en Facebook y Twitter comentarios de personas que conozco, burlándose de Victoria con una saña tan terraja, que veo hasta qué punto se ha lumpenizado nuestra cultura. Tal vez prefieran que el canal retire ese programa del aire, un programa serio en el que se discuten temas importantes, para poner en su lugar algún magazine de estúpidos chimentos argentinos, o uno de esos teleteatros mal escritos y peor actuados que se compran al exterior por dos pesos, o alguna nueva experiencia de producción local con conductor que se coma las eses y cada tres palabras diga “carajo” y “boludo”.
El país ha ingresado en una etapa de su historia cultural en la que, como decían Les Luthiers, el que piensa pierde. Haber nacido en Pocitos o Carrasco y haber tenido educación privada no es un mérito, pero tampoco es un defecto.
A mí, que no nací ni en Pocitos ni en Carrasco, me está pasando lo mismo todo el tiempo con algunos de mis lectores. Cuando digo que la educación pública es un desastre y que la sociedad se está lumpenizando, muchos insisten en etiquetarme como un aristócrata que desprecia a los pobres, cuando es exactamente al revés. El mayor desprecio que reciben los pobres es el de quienes no proponen nada para cambiar su situación, el de quienes sostienen que ser pobre es un mérito en sí mismo y superarse socialmente es una traición de clase. El de quienes relativizan la influencia lamentable de productos culturales espurios, como la cumbia villera, porque si se originan en los estratos más bajos, merecen respeto. El de quienes desde los medios de comunicación, en lugar de dar el ejemplo expresándose correctamente y polemizando sobre temas serios, producen basura para embrutecerlos. Así, todos ellos ahondan la brecha cultural y consolidan la miseria, en lugar de ayudar a combatirla.
Ahora la nueva víctima de los cruzados del pobrismo es Victoria Rodríguez. Es una víctima perfecta: comunicadora exitosa, actriz multipremiada, excelente artista plástica, habla varios idiomas, es culta, refinada... Es una cajetilla, una platuda, una naba. Saquémosla de la pantalla y pongamos en su lugar a uno de esos grupos de muchachas pechugonas que menean la cola a ritmo de cumbia, cantando “mi marido es un cornudo”. Parece que eso es lo que pide la gente, ¿no?
ADDENDA AL 4 DE JUNIO DE 2012
Agradezco al lector León Biller que compartió el link en el que se puede ver el programa de la discordia.
En mi artículo de ayer aclaré que no iba a opinar sobre las denuncias concretas de Tuala Cerdeña, por no haber visto el tratamiento que se hizo del tema en el programa, y que sólo lo haría sobre la manera despectiva y discriminatoria con que se refirió a la conductora. Acabo de verlo en el link referido, y puedo agregar ahora que no existe en ningún momento ningún tipo de actitud estigmatizadora hacia el barrio Colón, ni de la conductora ni de ninguno de los panelistas, ni siquiera en la edición de imágenes hecha por la producción. Al revés, el programa me pareció muy interesante, al abordar con la mayor profundidad posible para un producto televisivo de duración limitada, un tema de múltiples aristas. La pregunta que hace Victoria de “cómo se puede vivir en un lugar así”, la formula justamente a los comerciantes que denuncian la inseguridad de la zona, recogiendo la desazón que ellos mismos manifiestan. En ningún momento hay una estigmatización del barrio. En ningún momento. Además en el panel se plantean las opiniones que representan a todo el arco ideológico sobre el tema, incluso la de la querida comunicadora radial Cecilia Baraldi, que postula la idea de que los delincuentes en cierta forma son inocentes, y que cargan con la influencia de un sistema de valores propio del consumismo.
Durante el programa, Victoria pregunta en dos oportunidades si la sensación de inseguridad es una construcción de los medios de comunicación. En dos oportunidades.
Me pregunto si la indignación de los detractores del programa no provendrá de lo que dice con gran apasionamiento el abogado Juan Fagúndez, cuando explica que las políticas asistencialistas son las responsables de esta realidad, porque quien vive de la dádiva del estado y no va cuatro horas a la escuela, difícilmente después irá ocho horas a trabajar. El gil labura y el vivo delinque. Recomiendo que lo vean, es el momento más interesante del programa.
Responder a ese argumento incuestionable es bastante más difícil que optar por el atajo de reírse de Victoria Rodríguez porque vive en Carrasco.
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