Por Julio María Sanguinetti
Se abre otro período de discursos y reclamos. Las rendiciones de cuentas, que en viejos tiempos alguna vez logramos que fueran solo eso, un examen de cuentas, suelen transformarse en reediciones del presupuesto general. Se quiere tocar todo, volver a discutir lo ya discutido. Estas dos últimas, la pasada y la que empieza a correr ahora, sin embargo, han sido muy relevantes paras marcar prioridades. Establecer con claridad a donde se aspira a volcar los nuevos fondos que se están disponiendo.
En la rendición pasada, fue muy claro: primera infancia, a través de un programa de refuerzo de los CAIF, y asentamientos irregulares. Ahora, se vuelve a ser claros: educación, seguridad y ciencia e innovación.
Son definiciones inequívocas. Bien se sabe que cuando todo es prioridad, nada es prioridad. El presupuesto actual se está cumpliendo hoy con normalidad y si bien hay un déficit del orden de 3,5% del PBI, la situación ha podido ser manejada con prudencia, en medio de un mundo donde la inflación se desboca, el precio del petróleo anda por las nubes, el trigo escasea y las cadenas logísticas están seriamente afectadas. La Rendición, lo que hace es añadir 226 millones en los aumentos a los funcionarios y esas nuevas partidas que refuerzan los actuales rubros para cumplir nuevos objetivos.
Es muy importante advertir que el gobierno de coalición una y otra vez mira hacia la dimensión social del Estado. Así como es radicalmente falso ese relato que pretende instalar la idea de que hemos caído en el desastre y la miseria, también lo es la idea, constantemente repetida, del presunto conservadurismo de un gobierno "herrerista". Se pretende desconocer la realidad de la coalición, en que nuestro Partido aporta la histórica visión batllista, como garantía de preservación de principios históricos y como constante capacidad de propuesta. Al mismo tiempo, no se reconoce que el Presidente Lacalle Pou, aun siendo un hombre de partido, no actúa con espíritu de facción adentro de su colectividad ni renuncia a su deber primario de gran coordinador de un gobierno.
Lo que una vez más reafirmamos, con hechos, es que somos parte de un gobierno que no se ha atado a una ortodoxia económica insensible sino, por el contrario, a una política prudente de administración que es la que hoy le da la posibilidad de atender esos nuevos espacios. Por eso mismo, alcanzó un acuerdo con el gremio de los funcionarios del Estado central, la COFE, que procura la recuperación de los salarios perdidos durante la pandemia.
Esta oposición nuestra, que sigue creyendo que Cuba, Venezuela y Nicaragua, son democracias "particulares", en todo este período ha actuado tomando como referencia al vecino kirchnerismo. Bramaba cuando nuestra "libertad responsable" desechaba los confinamientos argentinos; propuso una y otra vez los mismos impuestos que allá gravaban retroactivamente los resultados de las empresas y desde ya que la misma avalancha de gastos que allá ha desfondado las finanzas públicas. Es muy claro que haber seguido el camino argentino nos hubiera llevado a resultados parecidos al descalabro que allí se vive.
Naturalmente, nunca los fondos son suficientes, las necesidades superan a las posibilidades y las aspiraciones a la realidad. Se trata de administrar recursos inevitablemente escasos y alcanzar lo mejor posible. Basta mirar alrededor, desde Europa y EE.UU hasta nuestra desconcertada América Latina para entender que nuestro país, si bien no es una isla porque en este mundo no hay islas, navega en un clima que lo distingue. Y que solo conservaremos si mantenemos la línea definida.