Por Julio María Sanguinetti
El Intendente de Canelones, Yamandú Orsi, hombre reconocidamente moderado en sus expresiones, se ha contagiado de la iracundia del presidente del Frente Amplio y de su colega de Montevideo. Ambos Intendentes parecen mirar más hacia su interna y creen llegar por ese camino a halagar el oído de la mayoría de sus radicales.
En ese tono que no le cuadra, Don Yamandú pretende descalificar al Presidente de la República porque fue a liceos privados. Personalmente, soy ex alumno del IAVA y no por eso me considero con más autoridad que él para hablar de nuestra querida casa de estudios y su inolvidable biblioteca, en la que me empapé de historia griega y romana. Todos somos ciudadanos de la República, con idénticos derechos a opinar.
Es muy triste que se le haya arrastrado a ese clima disparatado que se ha dado con el asunto del IAVA, que no daría para nada si no estuviéramos ante algo más.
En efecto, no se trata de otra cosa que, de trasladar el local concedido al centro de estudiantes, por la necesidad de construir una rampa para mejorar el acceso. Algo necesario, funcione o no funcione el ascensor. Ante su inexplicable resistencia, aparece la más inexplicable subversión del Director, que se niega a aplicar la medida de traslado, cuando lo dispone la Dirección de Secundaria.
Podríamos empezar por discutir el mérito de darle al gremio estudiantil un lugar nada menos que en la entrada principal del edificio, que pasaron así a controlar. Aun dejando de lado ese error antiguo, lo que importa es el desafuero estudiantil y el desacato administrativo del Director, que, como se debe, es suspendido y sumariado, luego de un informe de la Jurídica de Secundaria que aconsejó la medida disciplinaria.
Que los estudiantes protesten es explicable. Que ocupen no es legal ni justo. Que el Director se desacate no tiene la menor razón y sentido. Y que a partir del hecho los estudiantes se asuman a sí mismos en una especie de rebeldía épica, como si estuvieron en plena dictadura, nos asomamos a la ciencia ficción. En cualquier otro lugar del mundo, salvo Argentina, el tema, con suerte, sería un minuto y medio de una imagen en un informativo.
Esa hipertrofia del episodio conduce a que estudiantes que necesitan más que nunca una educación formal seria, no solo pierdan horas de clase, sino que se desconecten de la continuidad en los temas a estudio.
Nada de esto importa, porque el propósito es otro. Ante todo, un ensayo general de las movilizaciones preelectorales: un Frente Amplio cuya estructura funcional está en el PIT-CNT, amplifica el episodio. Deja de ser una rebeldía juvenil para transformarse poco menos que un combate por libertades públicas, que en parte es verdad, pero a la inversa de su planteamiento, porque lo cercenado es el derecho de las mayorías a tener una educación a la altura de los tiempos. Y lo violado es el derecho-deber de la autoridad pública a que los funcionarios acaten las decisiones de sus superiores.
Aunque no lo adviertan, el episodio es también un preludio del programa frentista, o sea el gobierno sindical. Es un hecho que el margen de maniobra que tenían el Dr. Vázquez, el Presidente Mujica o el Contador Astori, no lo tienen los dos Intendentes candidatos. El Dr. Vázquez ordenó desalojar el Codicen y, harto de reclamos y protestas, hasta declaró la esencialidad del servicio, al amparo de esa ley que tanto ha estigmatizado el Frente.
¿Alguien ve a estos dos Intendentes desmarcándose de estos abusivos procedimientos gremiales?
El tema no es anecdótico. Es esencial. Los gremios de la educación usan desde siempre procedimientos fascistas. Lo hemos dicho muchas veces y lo repetimos. Ocupan y reocupan. Desgremializan. Reivindican la propaganda política en los establecimientos públicos. Ahora defienden el derecho de un Director de liceo a desobedecer resoluciones de la autoridad. Después que el Dr. Vázquez tuvo que dar marcha atrás con la esencialidad, no se pudo hacer nada en la educación. Ni aun ampliar el plazo de elección de horas por los profesores, como intentó sin éxito el Codicen del Frente, cuando pretendió darles estabilidad a los docentes por lo menos por dos años en el establecimiento. Este gobierno recibió una catástrofe educativa, tanto en resultados de la educación (Pruebas PISA, etc.) como en deserción escolar, que en la enseñanza media llega al 60%, que no termina el Bachillerato.
Mirado en profundidad, este episodio del desalojo del IAVA y los paros y movilizaciones que ha provocado, son algo muy serio. Este sería el sordo autoritarismo que nos traería un Frente sindicalizado, sin espacio para una dirigencia moderada. Es lo que ya empieza a jugarse, con la mirada puesta en la elección.