Por Julio María Sanguinetti
En la Cumbre de la CELAC, el sábado pasado, nuestro presidente "osó" reclamar por la separación de poderes, la vigencia de los derechos humanos y el encarcelamiento de opositores en Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Como es notorio, tanto el presidente de Venezuela como el de Cuba reaccionaron y éste último se permitió hablar de nuestra LUC y la propuesta de referéndum de un modo tan ingenuamente desafortunado que llama la atención. Le dijo que debería "escuchar" las 700 mil firmas presentadas contra la ley que "usted impuso". Puede ser explicable que después de 62 años de dictadura, el Presidente de Cuba piense que las leyes se "imponen" y que no son el resultado de una deliberación libre en la opinión y democrática en el trámite parlamentario. No está en su imaginario intelectual lo que es la vida republicana y le permitió a su vez al Dr. Lacalle Pou, con toda sencillez, decirle que en nuestro país la oposición puede, por lo menos, recoger firmas contra el gobierno como no lo puede hacer nadie en Cuba.
Parece un debate escolar, pero es el reduccionismo al que conduce el pensamiento único. Se discute lo primario, lo básico, porque la mentalidad totalitaria obtura de tal modo la capacidad de razonamiento que no se advierte lo elemental. Todo es blanco o negro.
Nuestra oposición frentista salió con su clásico reflejo a cuestionar al Presidente por sostener una posición "ideologizada", "a la derecha", que se olvida de las violaciones en "gobiernos de derecha" y solo cuestiona a los "de izquierda".
Más que el debate en la CELAC nos preocupa la reacción montevideana de un mundo frentista que sigue sin entender que la cuestión no es izquierda o derecha sino democracia o totalitarismo, libertad o autoritarismo.
Podemos entender que cuestionen la oportunidad del planteo. Es opinable, naturalmente. Pero no puede hablarse de que reclamar contra las dictaduras es "de derecha".
¿Es "de izquierda" pedir la prisión de Sergio Ramírez, ex combatiente sandinista, ex Vicepresidente del primer gobierno de Daniel Ortega y notable escritor, laureado con el Premio Cervantes, simplemente por escribir un artículo en contra del gobierno? ¿Es "de izquierda" pedir el procesamiento y prisión, uno tras otro, de todos los candidatos opositores al gobierno de nicaragüense? ¿Son "de izquierda" los atropellos de Maduro desconociendo parlamentos, votaciones ciudadanas y acorralando al histórico diario "El Nacional" por criticar a su gobierno?
Realmente es inexplicable la actitud de esos parlamentarios uruguayos, electos al amparo de nuestras instituciones y nuestras libertades. Podrán decir quea el gobierno de Colombia es de derecha y cuestionar el modo que reprimió los disturbios de los últimos meses, pero no podrán negar que es una democracia, que tiene un Poder Judicial independiente y que hoy mismo se encamina a una elección libre. Si el gobierno abusó perderá la elección o la Justicia juzgará a los responsables. Que es lo que no puede pasar en Venezuela o en Nicaragua, ni que hablar en Cuba.
El gobierno de Lula fue de izquierda, pero fue democrático. El gobierno chileno podrá ser de derecha, pero es democrático.
Esa es la cuestión. En los tiempos de la nomenklatura soviética, sus representantes locales se consideraban obligados a defender todo lo que ocurriera en el mundo del "socialismo real", en nombre del paraíso terrenal que algún día vendría. Suponíamos que esa subordinación se había terminado cuando se cayó el Muro de Berlín y quedó al desnudo el fracaso de la utopía marxista de la sociedad. Nos equivocamos. El frentismo vernáculo está dispuesto a defender dictaduras puras y duras si se proclaman de izquierda. Asombra y alarma, porque quienes así actúan demuestran tan débil convicción democrática como la que tuvieron sus viejos líderes cuando se adhirieron al golpe de Estado de febrero de 1973, por imaginar que se venía un gobierno "nacional y popular" y que ello era digno de apoyo.
Volvamos al principio. Si estuvo más o menos oportuno el Dr. Lacalle en reclamar democracia en la CELAC, podemos discutirlo. Personalmente creo que hizo bien, pero entendemos que haya otra opinión. Lo que no puede aceptarse es que se sigan defendiendo regímenes oprobiosamente negadores de las libertades simplemente porque se proclaman "de izquierda" y cuestionan a los EE.UU. El diputado Caggiani llega a decir que el Presidente confunde sus convicciones personales con la posición del país, como si el Uruguay no fuera contrario a las dictaduras
"Es la economía, estúpido", decía Bil Clinton a quienes no entendían cómo los éxitos internacionales del Presidente Bush no se reflejaban en la opinión pública. Aquí no es la economía, es la democracia... muchachos...