Por Julio María Sanguinetti
En un maravilloso verso de Borges, tan conmovedor como todos los suyos, dice que "nadie es la patria"... "ni siquiera el tiempo cargado de batallas, de espadas y de textos...", ni siquiera "los símbolos"... porque al fin de cuentas "nadie es la patria pero todos los somos".
Eso es lo que siempre hemos sentido en el Uruguay. Es lo que las grandes mayorías nacionales han consagrado en nuestra vida cívica.
Por cierto, en el pasado hubo quienes, con arrogancia o dogmatismo, se atribuyeron el monopolio de la dignidad cívica y el interés nacional. Los hubo en nuestro país como en el mundo.
Los hubo a la izquierda, cuando se decía que todo el que hablaba con el Fondo Monetario Internacional era un "vendepatria". Eso se terminó cuando el Dr. Vázquez, candidato a la Presidencia, se fotografió en la puerta del Fondo Monetario Internacional, en Washington, con el Cr. Danilo Astori, y visitó la institución para ofrecer tranquilidad sobre su proyecto político.
También a la derecha se sufrieron parecidas descalificaciones. Los militares que acosaron a la democracia también se autoasumieron como monopolistas de la dignidad nacional frente a políticos "vendepatrias", que éramos débiles y serviles frente al comunismo. Es cierto que en aquellos años, los tupamaros querían cargarse a la democracia en nombre de otra arrogancia, la de la revolución cubana, pero ni aun este extremismo justificaba aquel otro, que terminó en la dictadura.
El hecho es que desde 1985 hasta hoy, vivimos en paz, bajo el imperio de la Constitución y la ley. Todos uruguayos.
No es aceptable, por lo mismo,que el Frente Amplio y el PIT CNT, que siempre fueron lo mismo pero ahora ya no se maquillan, lancen una campaña diciendo que "La LUC no es el Uruguay".
Una ley discutida desde antes de asumir el gobierno, con bases que fueron y vinieron, discutidas durante meses, con normas que se debatieron ampliamente en ambas Cámaras, conforme a un procedimiento constitucional, podrá impugnarse, como se hace, pero no deja de ser un respetable ley. Y quienes la aprobaron y quienes la defendemos, con sólidas razones, somos tan demócratas y uruguayos como el que más. Por lo menos más que los que escribieron y difunden ese eslogan.
Cuando en una arrogancia inédita ahora se pretende que la "LUC no es el Uruguay" estamos retornando al lenguaje totalitario de los nacionalistas autoritarios de todos los tiempos. Ellos son la patria... El resto no lo somos. La ley no es el país... Ellos lo dicen... Ellos califican o descalifican.
Ya nos proscribió una dictadura. No nos va a proscribir el sentimiento antidemocrático que anida en un partido político que se asume como el monopolio del interés público.
Les guste o no, la LUC es el Uruguay, como toda norma válida adentro del Estado de Derecho, ley de la República, norma vigente, que aplican hoy los jueces. Ley unánime no, como muchas otras, pero tan uruguaya como el referéndum que lo impugna y el voto que daremos en contra de ese recurso para preservar su vigencia.
Todos somos la patria, como dice Borges. Y este Uruguay es el de Artigas y Batlle. No es de los Stalin y los Mussolini. No es de los Ché Guevara, que hicieron una revolución en contra de la tiranía y terminaron fusilando contra "el paredón".
Nadie es la patria, señores. Porque todos los somos.