Por Julio María Sanguinetti
Las vicisitudes políticas de coyuntura no torcerán el rumbo definido por el Partido Colorado: firme compromiso con la coalición de gobierno que integra desde su misma concepción.
La semana pasada se produjo la renuncia del economista Ernesto Talvi al Ministerio de Relaciones Exteriores. El hecho tuvo circunstancias especialísimas que han sido , como era de esperar, copiosamente reseñadas por los medios. Los hechos están ahí y ya no es del caso dar vuelta en torno a ellos.
El periodismo especializado, los analistas, han comentado la renuncia, sin duda relevante, desde puntos de vista muy variados. En cualquier caso estamos ante circunstancias inesperadas y ello llevó a que el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado analizara la situación y declarara su renovado compromiso con la coalición de gobierno, aventando cualquier especulación al respecto.
En el gabinete, la sustitución del Canciller por un diplomático de notoria filiación nacionalista, marca un cambio importante de la representación partidaria. Ello no obsta a que saludemos con alegría la designación del Embajador Francisco Bustillo, cuya reconocida trayectoria en el Ministerio, la amplitud de su criterio y su identificación con el Presidente de la República, aseguran una gestión solvente. Junto a él permanecerá nuestra correligionaria Carolina Ache como Subsecretaria. Es una figura joven, profesionalmente calificada y de destacada actuación en el Partido Colorado desde la Prosecretaría de Derechos Humanos.
Ahora se sabe que el Presidente de la República ha decidido que un colorado ocupe el nuevo Ministerio de Medio Ambiente, lo cual es importante -e interesante- a la luz de las presentes circunstancias. Es una materia compleja pero de relevancia creciente, tanto en sustancia como en la preocupación ciudadana.
Lo fundamental hoy es mirar hacia adelante con talante afirmativo. No otra cosa cabe. El gobierno afronta una situación gravísima y sorprendente, que ha envuelto al mundo entero en un estado de conmoción. El fenómeno de salud ha sido enfrentado con un éxito reconocido internacionalmente, al punto que los uruguayos somos los únicos latinoamericanos hoy autorizados a ingresar a Europa. Las consecuencias económicas y sociales adquieren ahora el protagonismo, con un saldo enorme producto de la paralización de actividades. Las empresas, en general, salen muy heridas y en algunos sectores el desafío es la sobrevivencia misma. Es el caso del turismo, que representa el 15% de nuestra exportación y aproximadamente el 7% del empleo.
No estamos ante una situación como la de crisis de 2002, porque esta no es regional sino universal y, a la salida, no nos encontraremos con un mercado normal sino con una caída de actividad de la que nadie se ha librado. El desafío es gigantesco y no tiene precedentes. Hay que adquirir conciencia de esa realidad y asumir, por lo tanto, que el voluntarismo y la demagogia de reclamar lo imposible solo agravarán la situación. Asoma el debate presupuestal y se escuchan ya, como es lógico, el mar de las reclamaciones. La mayoría son legítimas, pero cuando todo es prioridad, nada es prioridad... Y de eso se tratará: de no perder de vista la perspectiva amplia, del conjunto y del futuro.
Ante ese panorama, más que nunca es fundamental que la coalición de gobierno responda como lo viene haciendo hasta ahora. Con debates internos, sí, pero con efectiva unida a la hora de decidir. El Partido Nacional debe asumir que este no es un gobierno blanco sino, como ha dicho el Presidente reiteradamente, multicolor. Los demás partidos mantenemos nuestros perfiles aunque sin intransigencias. El Partido Colorado, nuestro partido, tienen en su esencia el sentido de responsabilidad para con el Estado democrático. Y a ese mandato histórico se debe. No significa esto, sin embargo, silencio o abstención frente a los problemas y sus eventuales soluciones. Así como en la ley de urgencia nuestros legisladores plantearon modificaciones y obtuvieron cambios relevantes, en todo el espectro del gobierno estaremos presentes con espíritu de armonía pero con voz propia.
Como a lo largo de nuestra historia, siempre oteando el horizonte.