Por Julio María Sanguinetti
Resulta que la "transformación educativa" es algo cosmético, sin relevancia, pero motiva paros, huelgas, declaraciones dramáticas de que "no pasarán", que "ni una gota" de ella debe colarse en el sistema público ¿En qué quedamos? ¿Cómo puede ser tan perversa si no tiene profundidad? ¿Es inútil o maligna? La verdad es que no es ni una cosa ni la otra: es un imprescindible camino hacia el futuro, sin el que no hay esperanza.
Por otro lado, se dice que este gobierno responde a un modelo empobrecedor, concentrador de la riqueza, pero al mismo tiempo nuestra intendenta montevideana repite como un mantra que el gobierno "no tiene rumbo". En una palabra, a la vez estamos construyendo, deliberadamente, un programa regresivo, pero no sabemos a dónde vamos.
Durante los primeros años de ese gobierno, había -según la versión opositora- una ortodoxia fiscal que procurando la rebaja del déficit, generaba perniciosos efectos sociales. De pronto, contradictoriamente, a mediados de año el déficit aumentó y entonces la crítica era la contraria. Como al fin de este año el déficit terminó dentro de lo esperado, ya no hablamos.
Se repetía día a día que la meta fijada de recuperación salarial luego de la caída de la pandemia, no se alcanzaría. Al final, resultó que en el año pasado el salario real creció y, en la perspectiva del gobierno, supera al de 2019. Ese año pasado el aumento de precios fue de un 5,1%. El de los salarios fue 9,3%. Esto se logra, además, con más generación de empleo, al punto que el BPS hoy tiene 100 mil trabajadores contribuyentes más que en 2019.
Esta prédica frentista desnuda, en realidad, una gran vaciedad. Se habla de un país en pleno desastre cuando se superan los records de venta de automotores, en el orden de 60 mil, y la industria de la construcción, ya sin UPM, supera los 45 mil trabajadores formales.
Naturalmente, no estamos en el paraíso, como no lo estaremos nunca. El día que nos creamos haberlo alcanzado, será el momento en que comenzaremos a retroceder.
El tema es que, como decía don José Capozzoli, legendario farmacéutico de Pocitos, "cuando me analizo, me pulverizo; pero cuando me comparo me expando...". Es lo que nos pasa hoy. Si miramos cada punto y cada cosa, siempre habrá algo que falta, pero si comparamos nuestra situación general con la del vecindario, Uruguay aparece como un remanso de estabilidad. Y efectivamente lo es.
Entonces también aparecen las tesis conspirativas ¿Cómo es posible que al mismo tiempo recrudezca el tema venezolano y aparezca un fallo imponiéndose una condena al Uruguay por el embrollo de Pluna? Se ha dicho así, como suena, "¿Qué casualidad? Y yo no creo en las casualidades...". Lo afirma una primera figura del Frente Amplio uruguayo. Aparentemente, somos nosotros, desde el sureño Montevideo, los que indujimos al pobre Maduro a encarcelar a Rocío San Miguel, luego de inhabilitar a María Corina Machado, que había sido electa como candidata opositora. Y al mismo tiempo logramos que un tribunal internacional ahora se sume a una conspiración contra la izquierda uruguaya. Se trata del Centro Internacional para el Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (Ciadi), el mismo que nos dio la razón en el sonado pleito de Philip Morris sobre el tema del cigarrillo.
La Coalición Republicana, también en versión frentista, es una colcha de retazos. Ya no se dice que se va a romper, pero sí que somos incoherentes, en el mismo instante en que Bergara se queja del "ninguneo" de sus socios y nuestro colega Mujica dice que a la Ingeniera Cosse "no se la bancan" en el interior.
La verdad es que este tipo de debates no enriquece la democracia. Estamos en un mundo en cambio acelerado pero con amenazas impensables. Guerras en curso y amenaza de otras. Nuestro país tiene una situación a defender. Como insistía Pascale, hemos caído en la llamada trampa del ingreso medio, o sea un país que ha alcanzado un buen ingreso pero que, para mantenerlo, precisa de una producción de mayor valor, sea del mundo informático, comercial, industrial o logístico. Para decirlo claro, no debemos exportar madera, hay que hacerlo hoy con celulosa, producto intermedio, y mañana con lo que viene después en la industria agroquímica, que es fundamental. Estamos en la mitad del camino en la mayoría de las cosas. Con buen rumbo, pero tenemos que alcanzar más productividad, o sea un rendimiento mayor del esfuerzo productivo, sea el que sea. Yeso pasa por la educación de modo fundamental y por una comprensión del ciudadano de lo que tenemos adelante.
El Frente ya demostró en sus 15 años, que la magia, su magia, no existía. Gastó toda la bonanza y cuando se terminó, en 2014, declinó. La Coalición Republicana demostró que se pueden superar tres crisis y afrontar los grandes temas del país como la educación y la seguridad social. La repetición, envejecida, de la magia frentista, hoy suena más a hueco que nunca.