Edición Nº 1017 - Viernes 22 de noviembre de 2024

La fantasía pedagógica

Por Julio María Sanguinetti

Nos estamos deslizando por una pendiente de decadencia e insisten en ignorarlo. Nada menos que en el país de Varela.

Para cualquier enfermo, nada es peor que negar la realidad. Demorar el tratamiento le puede costar la vida. No es distinto lo que le ocurre a los países cuando están afectados por un mal y comienzan por no reconocerlo. Es lo que nos está ocurriendo: tenemos un sistema educativo en crisis, con los peores resultados en términos de culminación de estudios y rendimiento escolar, pero seguimos alimentando la fantasía de que estamos en el mejor de los mundos.

El propio Presidente Vázquez ha salido a defender el estado de la educación y cuestionar a los políticos y medios que difunden noticias reveladoras de los déficit del sistema. Por su parte, la Ministro de Educación Dra. Muñoz, siempre en la primera línea de choque, enfáticamente sostuvo que estamos mejor que hace 30 años, pero omitió decir que estamos peor que hace 10, como lo demostraron fehacientemente las pruebas Terce de Unesco para los niños de 6º año y las pruebas Pisa para los adolescentes de educación media. Negó que se excluye a los sectores desfavorecidos y afirmó que la mayoría de los estudiantes universitarios han accedido a un mejor nivel que sus padres.

Por el contrario, en las ultimas pruebas Pisa (2012) quedó claro que el único país latinoamericano que había caído en valores absolutos era Uruguay. Mientras Argentina seguía estancada, Uruguay descendía sobre sus resultados de 2009. En 65 países evaluados pasamos del sitial 52 al 57. A fin de año se anunciarán los nuevos resultados y desgraciadamente no se esperan mayores recuperaciones.

El porcentaje de estudiantes que están en niveles insuficientes (en el último año de la secundaria básica) es del orden del 56%, cuando en las economías avanzadas es del orden del 17%. En la otra punta, en el nivel de excelencia, mientras los países desarrollados alcanzan el 12% de sus alumnos, en Uruguay apenas pasamos el 1%.

Si miramos solo aritmética nos encontramos con que los jóvenes de 2003 no llegaban a ese umbral mínimo el 48%; en 2012 fue 55.8%. Y fue el 47% tanto en idioma español como en ciencias.

Si observamos la distancia entre el rendimiento de los alumnos de los niveles económicos favorables o desfavorables, allí tocamos la exclusión real. Esa brecha es , aunque parezca mentira, la mayor del mundo. El diferencial de insuficientes en Uruguay es de 50,7%, contra 40% de Brasil y Argentina (números redondos) pero solo 15% de Finlandia y 9,5% de Corea. Quiere decir que la desigualdad en el punto de partida establece la condena de los jóvenes de hogares más pobres. Su rezago será insuperable.

Entrando a un detalle mayor, los quinceañeros de entorno muy favorable que no llegan al umbral de competencias, en matemática son el 13%. Los de los medios muy desfavorables son el 89,2%. O sea, casi todos. Esto explica lo que desgraciadamente vemos en las calles de Montevideo, con bandadas de muchachos pidiendo en los semáforos o malviviendo en la frontera entre la pobreza y el delito.

Se pueden seguir acumulando datos. Son oficiales. Son exactos. No hace muchos días el propio Presidente del Codicen decía que de 50 mil muchachos que entran a Secundaria en el primer año se desaparecen 10 mil, que no retornan más.

En lo único que la Ministro tiene razón es en que hasta ahora se ha gastado. Después de esta rendición de cuentas, no está claro, pero en la perspectiva de una década, es verdad. De donde nace la preocupación real: no es un tema solo de recursos. Es un desafío global, que pasa por el nivel de los profesores, la asiduidad en el trabajo, la disciplina interna de los centros de estudio, el estímulo suficiente para los alumnos, la evaluación constante de resultados del aprendizaje y la generación de una comunidad educativa que incluya, ampare y promueve a sus alumnos.

De todos estos temas estamos muy lejos. Y las gremiales de profesores y maestros viven ajenas a ellos. Los reclamos son solo presupuestales. La oferta de mejor rendimiento no aparece por ningún lado.

A veces ya no se sabe como decirlo, pero el hecho es que por este camino, el futuro nacional está cerrado. No caeremos en un día, simplemente iremos deslizándonos por el camino de una decadencia que nos irá rezagando. Fuimos la vanguardia de América Latina, junto a Argentina. Sarmiento y Varela fueron nuestros paradigmas. Eso pasó a la historia.



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