Por Julio María Sanguinetti
Ya sabemos que todos los rankings, de lo que sea, son complicados. Y cargados de subjetividad cuando se trata de elementos no cuantificables. Pero estos días nuestro país asistió a un espectáculo de manipulación pocas veces visto.
Cuando la Unesco realizaba en Uruguay su conferencia anual, en el Día Mundial de la Libertad de Prensa, el 3 de mayo, la organización "Reporteros sin Fronteras" anunció que nuestro país caía del puesto 18 al 44 en el ranking de libertad de Prensa. 26 lugares... nada más ni nada menos. Por supuesto, Unesco había elegido Uruguay por la ejemplaridad de su democracia y su incuestionable clima de libertades, reconocido ampliamente en el mundo. En ese contexto, se hace estallar esta bomba.
Países donde han matado periodistas, como Burkina Faso, aparecen mejor que Uruguay.
La explicación oficial la dio el Director Regional de la organización señalando que hubo un cambio de metodología y que eso llevó a esa situación. Antes se consideraban siete indicadores, ahora son cinco y ellos, por lo que se aprecia, se manejan con una generalidad alarmante. Por ejemplo, que Argentina luzca mejor que Uruguay en la evaluación del contexto económico, es por lo menos extravagante. El mismo vocero de la organización dice que aunque Uruguay sea uno de los tres o cuatro mejores de América Latina, no quiere decir que no se registren "degradaciones" en el ejercicio periodístico.
¿Degradaciones?
Lo que en realidad ha cambiado es el signo del gobierno y ese es el origen de esa grosera manipulación.
La comenzó el funcionario de la Intendencia frentista de Canelones Edison Lanza, en Deutsche Welle, con una nota en que corroboraba la increíble introducción de la presentadora: "Hasta hace muy poco Uruguay constaba en los reportes internacionales de libertad de prensa y y opinión como una de las excepciones de América, y sin embargo el trámite de una nueva ley de medios por parte del gobierno de Luis Lacalle Pou y su bancada conservadora ha encendido la alarma de periodistas y defensores de la libertad de prensa....". Se lanzan contra ese proyecto que, justamente, lo que pretendía era derogar las normas que la ley anterior establecía, al introducirse en los contenidos de la televisión. A la pasada, por supuesto, gratuitamente se califica como "conservadora" a la bancada oficialista.
En el mismo informe se recogía que CAINFO (Centro de Archivo y Acceso a la Información Pública) registraba 49 amenazas contra la libertad de expresión. 49 amenazas... ¿dónde y cuándo? Por supuesto, en Cainfo era director hasta hace poco el mismo Edison Lanza.
En seguida, en el Consejo Permanente de la OEA el Embajador de Niaragua Luis Alvarado cuestionó al gobierno uruguayo calificándolo de "dictadura". El representante de un gobierno que acaba de realizar ima elección con todos los candidatos opositores presos y persigue implacablemente a la histórica prensa democrática, le estampa el epíteto de dictadura al nuestro. ¿En base a qué? A las 49 denuncias de Cainfo, naturalmente. Todo pasa por los mismos caminos y personajes, donde también luce el presidente de la Asociación de la Prensa Fabián Cardozo, que salió de inmediato a expandir la noticia. El mismo que en los últimos tiempos fue cuestionado por periodistas independientes de prestigio, por prestarse a cuestionar el gobierno, cuando antes guardaba silencio frente a los excesos de los jerarcas frentistas.
Por estos días, el mismo dirigente se horroriza cuando la senadora Graciela Bianchi, en ejercicio de su libertad, cuestiona a periodistas, pero se calla cuando el presidente del Frente Amplio, abierta y reiteradamente, les acusa de que a él le lanzan preguntas molestas, que presuntamente no le hacen al oficialismo. Digamos al pasar que el señor Pereira, con su dominio sobre el movimiento sindical, posee bastante más poder de presión sobre los medios que cualquier miembro del gobierno.
Como se advierte, desde que cambió el signo del gobierno, se intenta desprestigiar al país en una materia en la que resplandece. La manipulación tiene un origen inequívoco. Son los mismos personajes. Uno o dos, no más, pero con el aparato frentista pronto para amplificar.
Felizmente, los hechos son los hechos: en materia de libertad de prensa en el mundo habrá iguales, pero mejores que el Uruguay no conocemos. Por más rankings que hagan. Lo que duele es el rencoroso intento de desprestigio al país.