La patota fascista
Por Julio Aguiar Carrasco
La asonada que se organizó frente al congreso argentino indica que todavía hay fuerzas fascistas y golpistas que no reconocen la democracia
Alejandro Guillier, candidato perdedor de las elecciones del domingo en Chile, dio muestras de un ejemplar republicanismo: acompañado por su señora, fue personalmente a felicitar al Presidente electo, el Dr. Piñera.
Esto gesto tiene un profundo sentido democrático, pues cierra todo el proceso electoral previo y abre el siguiente, la transición.
24 horas después del emotivo gesto de Guillier, a unos cientos de kilómetros de Santiago de Chile, fuimos tristes testigos de episodios de violencia increíbles, tan lejos de lo que significa la República y la convivencia democrática.
Argentina no parece poder desterrar la cultura violentista. La que no acepta perder el poder, la impunidad y la prepotencia. La que no reconoce elecciones libres, si no gana; la que no respeta la autoridad legítima. Que no respeta lo que significa el Parlamento; que se escudan en capuchas para expresar con su violencia un odio visceral que corta la sociedad argentina como un cuchillo.
¡No fue otra cosa que una asonada bien preparara! Quisieron lograr la caída de las instituciones democráticas o, por lo menos, desestabilizarlas.
De haber logrado sus propósitos, ¿qué vendría después? Seguramente sobrevendría el vacío de poder, la anarquía y el caos en donde los violentos y los que los empujan, se mueven como pez en el agua.
No voy a analizar si la ley de Previsión es buena o mala. No es el tema de este artículo: de lo que se trata es de saber ejercer los derechos dentro de los márgenes que marca la ley. Se tiene todo el derecho a estar en contra de la misma, manifestarse, marchar, juntar firmas, organizarse para presentarse en las próximas elecciones, escribir, hablar en la radio o la TV, etc.
Pero un ciudadano no tiene solo derechos: también tiene responsabilidades. Hay que saber dónde termina mi derecho y comienza el de los demás, el respeto por las mayorías porque fueron puestos allí por el pueblo pero también el respeto al que disiente, el respeto a las Instituciones, al sistema, etc.
Por suerte no hubo muertos. Esta es de las cosas que los violentistas siempre incorporan a sus manifestaciones. Lo de Santiago Maldonado fue un intento groseramente fallido: si alguien moría el lunes, hubiesen tenido la víctima que precisan para justificarse y el famoso relato hubiese tenido un rostro, el del “mártir”, lo “terrible” de su muerte, “la mano negra de un Macri que solo quiere que alguien muera”.
El lunes cada uno jugó su papel a la perfección. Eso sí, hubo ganadores y perdedores: y se enviaron mensajes claros a los que no entienden lo que es convivir en democracia.
Toda la operación policial fue perfectamente planificada, con una enorme paciencia y sin excesos.
Dentro del Congreso, la bancada oficialista soportó con estoicismo todas las triquiñuelas de los K para que se suspendiera la sesión- ¡Allí está la complicidad de C-K!
Notificándolos con un simple celular, los legisladores K les dieron 5 horas de tiempo a los manifestantes para que la asonada tomase tal envergadura, que hubiesen tenido que suspender nuevamente la sesión, ocasionándole a Macri una derrota que lo habría debilitado considerablemente.
¿Quiénes integraban la patota fascista? Basta con nombrar a Quebracho (nacida el 31 de agosto de 1996). Está integrada por la izquierda peronista (John William Cooke, amigo de Perón), los trotskistas desencantados, los admiradores de Guevara, Marx, Mario Roberto Santucho (guerrillero marxista, fundador del ERP, muerto en 1976 por los militares), Fernando Esteche (detenido actualmente por la Justicia argentina, acusado por el acuerdo con Irán), movimiento villero, anarquistas, etc.
Este episodio dramático, desgraciadamente, no va a ser el último. Es un tema cultural e histórico: ¡el bombo está siempre presente en cualquier manifestación violentista!
La Argentina, que tiene tantas cosas a favor, carece de una historia republicana. ¡Entre Rosas y Perón ahogaron cualquier intento de republicanismo!
La foto del candidato a diputado por el trotskista PSTU, Sebastián Romero, tirando una bengala directamente a la Policía, atada a un largo palo, será una de las imágenes que mejor demuestre el espíritu de esta gente. Como si fuera un ser de la Edad de Piedra, tira la bengala en una posición curiosa y lo hace para matar. ¡No lo hace para comer, sino para destruir!
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