Edición Nº 1017 - Viernes 22 de noviembre de 2024

Nada más importante

Por Julio María Sanguinetti

La siguiente es la columna del ex Presidente Sanguinetti que publicara el diario “El País” de Montevideo el pasado domingo 15.

El Presidente Mujica ha confesado que en el tema de la educación “fracasó”. Con una franqueza que merece encomio reconoce que no pudo superar el mayor desafío que se propuso su gobierno, el que enfatizó con más fuerza el día de su asunción (“educación, educación y educación”). Su expresión, en un Presidente, es fuerte: “No pude, fracasé porque no pude convencer a buena parte de mis compañeros. Esto no se lo voy a achacar a la oposición. Es de las cosas que más duelen, cuando no te podés comunicar con los tuyos”.

El problema, justamente, está ubicado allí, en sus “compañeros”. Y está no de hoy sino de hace muchos años, en que la militancia frentista envenenó el clima de las aulas, boycoteó abiertamente todo principio de cambio, abusó del paro como recurso gremial y se opuso, aún con violencia, a reformas tan solidaristas como la de 1995. Hoy se reconoce que, por ejemplo, las escuelas de tiempo completo y los bachilleratos tecnológicos son el camino, pero el fracaso del Presidente es la consecuencia directa de que los criterios obsoletos son los que siguen presidiendo el accionar del sistema educativo. La mayor desgracia fue la malhadada ley del gobierno del Dr. Vázquez que le atribuyó el poder a las gremiales, abroqueladas detrás de sus prejuicios. Los patéticos paros de este año culminan ahora con un lacrimógeneo reclamo por los descuentos que les han llegado en los sueldos.

Los resultados del llamado informe PISA han ubicado, con objetividad, la magnitud del problema. Cuando aun no nos habíamos repuesto del impacto formidable de las repeticiones, esta medición de los saberes de los jóvenes de 15 años en matemática, ciencia y lectura, han golpeado a la sociedad uruguaya con una lúgubre elocuencia: estamos peor que en 2003. El rendimiento de los jóvenes en esta cuarta medición es el peor de la historia y no tiene atenuantes. Por eso es un escándalo que las autoridades de la enseñanza salgan a minimizarlo, a hablar del neoliberalismo y otras falacias, cuando hace ocho años que están en el gobierno.

El hecho es que Uruguay retrocedió 8 lugares en la comparación con los otros 65 Estados que participan de la prueba. México, Brasil, Chile, México y Perú, están mal en la comparación de conjunto, pero por lo menos mejoraron sus resultados anteriores. El único que perdió con relación a 2003, 2006 y 2009 es nuestro país. Es su peor evaluación. En matemáticas más del 50% de los estudiantes no alcanzan el nivel mínimo y sólo el 0.1% (entiéndase bien, uno por mil) llega al nivel de excelencia. Parecidos resultados se repiten en ciencias y lectura (4 de cada mil), lo que mide inequívocamente la catástrofe ante la que estamos.

En primaria se estableció el “pase social” y en consecuencia los niños llegan al liceo sin dominio en las destrezas básicas. Por cierto la repetición no es un buen sistema pedagógico, pero solo puede ser sustituido por eficaces sistemas que prematuramente detectan los rezagos y los superan con programas de apoyo. Como consecuencia de que eso no se hace, los niños llegan al liceo y en el primer año ya la mitad desertan, porque no logran estar a la altura mínima del nivel para el aprendizaje. Los egresados de liceos y bachilleratos tecnológicos son sólo el20% de los que ingresaron. Y así seguimos arrastrando déficits hasta que los pocos que llegan a la Universidad fracasan en una proporción desmesurada (70% no termina).

Lo peor del caso es que en nombre del progresismo y de la equidad se ha establecido la máxima diferencia entre los jóvenes de hogares desfavorecidos y los que provienen de familias acomodadas. En matemáticas, los que se ubican en el nivel de entorno económico superior tienen un rendimiento comparable a Australia, Irlanda y Nueva Zelanda (alrededor de 503 puntos). Los del entorno desfavorable están debajo de México, a la altura de Túnez e Indonesia. Y los del medio socio-económico muy desfavorable son más de la mitad, no tienen término de comparación. Dicho de otro modo , los más pobres de países como México o Brasil , pese a sus históricos problemas sociales, están por encima de los nuestros.

Este Uruguay de José Pedro Varela y Vázquez Acevedo, este Uruguay de Pedro Figari y Antonio Grompone, está hoy en la retaguardia del saber. El curso de deterioro ha sido acelerado y no se detendrá si no hay una reacción clara e inequívoca. No es solo un tema de dinero. El drama empieza con lo más elemental, porque con 150-60 días de clase es imposible soñar con un resultado aceptable en la enseñanza media. El propio PISA midió también el nivel de ausentismo, pero lo peor es que el de los alumnos es parecido al de los profesores. Hay una caída de la ética del trabajo demasiado fuerte.

El Presidente de la República, que es consciente de todo esto y lo reconoce, todavía está a tiempo de intentar una reacción. Comenzar por algún lado. Acaso los más fáciles. Pero comenzar. Si seguimos pretendiendo justificar lo injustificable, continuará la caída.

La República no puede resignarse.



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