Silencio irresponsable
Por Julio María Sanguinetti
A esta altura no hay dos opiniones científicas sobre el daño que el consumo habitual de marihuana produce en el cerebro humano. Al mismo tiempo que en el mundo crece la idea de liberalizar su comercio con el fin policíaco de disminuir los efectos del tráfico ilícito, en los ambiente científicos se van acumulando las evidencias sobre el daño irreversible de la marihuana en la salud psíquica, daño aún más irreversible que el producido por drogas más peligrosas a corto plazo, como la cocaína o la heroína.
La revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. (27 de agosto de 2012) publicó una investigación llevada a cabo en la Universidad Otago de Nueva Zelandia, que siguió por 25 años a 1000 jóvenes y concluyeron que aquellos que habían consumido marihuana habitualmente desde la adolescencia habían perdido hasta 8 puntos en el coeficiente de inteligencia.
En Francia, “Le Monde” (28 de agosto de 2012) publicó testimonios concluyentes de los principales psiquiatras del país afirmando los daños sobre la memoria y la concentración comprobados en consumidores habituales.
En Suecia, el Instituto de Salud Pública estudió un grupo de 50.000 voluntarios durante 15 años. Las conclusiones fueron rotundas: entre los consumidores hubo tres veces y media más casos de esquizofrenia que en el promedio general y los afectados por depresión fueron el doble.
En Brasil, la revista “Veja” viene de publicar (31 de octubre de 2012) un informe concluyente, con opiniones de los principales psiquiatras del país. El Dr. Valentin Gentil Filho, graduado en Londres en psicofarmacología y durante 12 años Director del Instituto de Psiquiatría del Hospital de Clínicas, aun partiendo de la base de que hoy “pega mal ser contra la liberación de la marihuana”, afirma que la marihuana es de las peores drogas por la irreversibilidad de sus efectos ya que “interfiere en las funciones cerebrales en forma de causar psicosis definitivas, aun cuando su uso se interrumpa”.
Todas esas pesquisas ratifican descubrimientos de los últimos veinte años, que lograron revelar que la marihuana interfiere en la función de los endocanabinoides, sustancias cerebrales liberadas naturalmente cuando las conexiones entre los neuronios son activadas. Esa interferencia recién ha sido explicada científicamente, así como sus efectos sobre la memoria, el razonamiento y la concentración. “Veja” revela ese nuevo conocimiento en función del testimonio de tres científicos especializados, en tres universidades diferentes de Brasil. O sea que no solo se han comprobado las resultancias sino que ahora se sabe cuáles son los mecanismos cerebrales que producen esos efectos.
Todo esto nos lleva inequívocamente a la conclusión de que es irresponsable seguir estimulando este clima de permisivismo, de tolerancia, de sensación de novedad, que se ha ido instalando en nuestro país, según una moda que recorre el mundo. Cuando se han hecho notables esfuerzos para disminuir el consumo del tabaco y advertir también sobre los peligros del alcohol, ninguna autoridad difunde las conclusiones científicas sobre los riesgos de la marihuana, hoy juzgada a nivel de opinión común poco menos que como una diversión.
Cualquiera sea la opinión que se tenga sobre legalizar o no el comercio y producción de la droga, lo que es inaceptable es que no se advierta claramente sobre sus efectos. Es más: de prosperar la tesis permisiva del proyecto de ley que hoy está en el Parlamento, nadie duda de que se aumentará el consumo, como ha ocurrido en todas partes. ¿Y eso se acepta silenciosamente, con una sonrisita cómplice de sentirse “en onda”?
Personalmente somos contrarios a la liberalización propuesta. La experiencia universal nos dice que esa legalización no eliminará el narcotráfico, que seguirá dominando el comercio de cocaína, heroína y “pasta base”, amén de competir en el de marihuana. Pero opínese lo que se opine sobre ese tema, lo que no es aceptable es que sigamos generando este clima festivo cuando estamos abriendo el camino a severas dolencias psíquicas.
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