Edición Nº 1028 - Viernes 21 de marzo de 2025

¿Sólo matices?

Por Julio Aguiar Carrasco

En materia de democracia no hay matices, o se es demócrata o no.

El 27 de junio de 1973 se produjo el golpe de Estado en el Uruguay. Se clausuró el Parlamento, se conculcaron las libertades públicas, se encerró gente, etc.

¿Qué ha hecho Maduro en Venezuela? Lo mismo, más radical y violento. Nombró a dedo una institución que sustituyó al Parlamento electo por el pueblo; nombró personalmente los integrantes de la Corte Electoral y de la Justicia. Hay proscriptos, presos, torturados, etc.

Si hay golpe de estado, no hay democracia. Está en la tapa del libro. Decir que quiero paz y salir a dar palo y matar, lo hace Maduro y ahora también Ortega, en Nicaragua (Dios los cría y ellos se juntan). Eso los aleja aún más del concepto democrático.

¿Cómo entonces se puede afirmar muy sueltos de cuerpo que Venezuela es una democracia?

El Frente Amplio, como las ferias, tiene una muy variada oferta de cosas. Marxistas, cristianos, socialistas, tupas, demócratas moderados, etc.

En muchos temas, poner de acuerdo a esta gente, es imposible. Se les cayó el muro, el mundo cambia a ritmo de vértigo, desde los vietnamitas hasta los chinos han entendido esto y negocian con todos. Inclusive y fundamentalmente con los Estados Unidos.

Sin embargo, una buena parte del Frente sigue en los sesenta, con un odio irracional hacia los americanos. Cada vez que hay un problema que desnuda la tremenda división que tienen, reúnen la mesa política y toman una resolución consensuada: ¡ni chicha ni limonada!

¡Eso sí, la culpa la tiene el Imperio!

En una declaración demostrativa de todo esto, el Canciller Nin decía, “si hay compañeros que dicen que en Venezuela hay democracia, yo tengo matices”.

En el caso de Venezuela, el Canciller Nin trata de conciliarlos a todos, lo que no es posible. Es democracia o no es democracia, no se trata de matices ni hay términos medios.

Eso lleva al gobierno a tener una política internacional errática y lejos del republicanismo que nos caracterizaba y enorgullecía.

Por ejemplo, en ésta último intento de participar en alguna solución para Venezuela, el gobierno planteó inicialmente a un grupo de países e integrante de la comunidad europea, que no se le pueden poner condiciones a la negociación (¿?).

Cuarenta y dos días después, Uruguay firma una declaración del llamado Grupo de Contacto Internacional, que dice todo lo contrario de lo que inicialmente estaba defendiendo Uruguay, sosteniendo “la inmediata e incondicional liberación de todos los presos políticos; reinstitucionalización del Consejo Nacional Electoral, Tribunal Superior de Justicia; llamar a elecciones, respeto por los DDHH, etc.”.

Así hemos perdido todo el prestigio internacional que tenía el Uruguay.

No se puede conciliar a los totalitarios con los demócratas; termina siendo un mamarracho.



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