Por Julio María Sanguinetti
El referéndum, con todos sus sinsabores, demostró a cabalidad la vigencia del Partido Colorado y el brío de su militancia.
El referéndum fue para nuestro partido una inesperada oportunidad. Luego del alejamiento de quien había sido el candidato nacional, naturalmente se vivió un tiempo de desasosiego, de pesar, de cierto vacío, en la medida en que en los hábitos nacionales está el de siempre estar pensando en candidaturas.
El trabajo de nuestros Ministros y Subsecretarios, legisladores y Presidentes y Vice Presidentes de empresas del Estado, sin embargo, fue mostrando la presencia de un partido que actuaba adentro del gobierno con el espíritu constructivo propio de la colectividad. Como se ha dicho, un socio leal. Al mismo tiempo, las autoridades partidarias respondían a la altura de las circunstancias y el funcionamiento orgánico ha sido activo e inteligente, con un espíritu de confraternidad ejemplar.
En ese contexto se da el desafío del referéndum, una prueba de fuego que el país acaba de atravesar con éxito. Ha sido histórico, en la medida en que un resultado adverso hubiera producido una fuerte pérdida de gobernabilidad. No de estabilidad institucionalidad, naturalmente, pero sí de capacidad de ejecución de planes fundamentales que ya han brindado resultados en seguridad ciudadana y comienzan a vislumbrarse en el gran desafío educativo que impuso el cambio civilizatorio que vivimos.
La campaña, por cierto, deja el sabor amargo del empleo de la desinformación y la falsedad en un grado desconocido. También de una actitud opositora que no asume la derrota y sigue invocando una mayoría popular que no posee. No se reconoce nada. El lunes oíamos hablar, con asombro, a un Senador frentista afirmar que la LUC es impopular porque no llegó al 50%. De tarde, el escrutinio mostró que se había rebasado ese guarismo, pero más allá de esa infantil imprudencia, asombra el concepto que se maneja. Porque si la LUC es impopular, ¿qué decir, entonces, de la impugnación que fracasó, incluso con una abstención mayor a la normal y un voto anulado que expresó distancia de la ciudadanía?
El hecho incuestionable es que el No llegó al 50% y con los votos en blanco, notoriamente favorables a esa opción, llegó al 51,3%, frente a un 48,7% del Sí. Sin hacer malabarismos de números, está claro que la tercera vuelta de la elección ratificó a la segunda, o sea, el triunfo de la coalición. Por la misma ventaja, o una pequeña diferencia a favor.
Nos asombra que haya quienes, a su vez, se declaran asombrados de la exigua diferencia. Es la reiteración de la segunda vuelta. Alguien ha dicho que el referéndum parece haber sido hecho al día siguiente de la elección del Dr. Lacalle Pou, que es ratificado en su gestión.
En ese contexto y su resultado, ha sido fundamental el brío renovado que mostró el Partido. Desde aquel comienzo de campaña en Atlántida, bajo agua, hasta el vibrante acto final montevideano en la Casa del Partido, con la sala de la Convención desbordada como en sus mejores días, todo ha sido ascendente. Hicimos una campaña publicitaria basada en la "Verdad" de nuestras afirmaciones, se recorrió el país y las agrupaciones juveniles mostraron una efervescencia contagiosa.
El clima interno fue fraterno. Los dos Coordinadores, los diputados Felipe Schipani y Conrado Rodríguez, trabajaron codo a codo y planificaron y llevaron una gira que alcanzó a todo el país. Hacía años que no se veía una acción tan sintonizada. Los inevitables roces internos departamentales fueron pocos y solventados con el mejor espíritu.
Tenemos la convicción de que fuimos decisivos en el conjunto del país, pero muy especialmente en dos departamentos. En Salto, una mayoría de casi 5% consagró una victoria trascendente en un lugar donde el Frente Amplio es liderado por un Intendente de incuestionable raigambre. En Rivera, se superó ampliamente la elección nacional, se logró la mayor distancia de todo el país y los 35 mil votos de diferencia son más que la ventaja nacional y superan con holgura la mayoría frentista de Canelones, con cuatro veces más de población. No fue esto casualidad, porque si bien se suponía como probable una mayoría, se realizó un enorme esfuerzo para sacar distancia: se hizo una serie de actos, manifestaciones y un alegre cierre final, en que tuvimos la suerte de participar.
Hacia la interna se abre ahora un año dedicado a la juventud, que culminará con su tradicional elección de miembros del Comité Ejecutivo Nacional. Hacia afuera, será la hora de acompañar las imprescindibles reformas que el país necesita. A este respecto, el país entero asistirá a una prueba de fuego sobre la ética de nuestro sistema político, que es el siempre complejo acuerdo sobre la seguridad social. En 1995 hicimos una gran reforma, se establecieron las cuentas personales, se crearon las AFAP, se reequilibró el sistema. En 2008, años de bonanza internacional y tirar manteca al techo, el gobierno frentista alegó holgura financiera y con grave error alentó una avalancha de jubilaciones sin el sustento imprescindible de pruebas y aportes. A partir de entonces, todo fue hacia atrás y desde hace ya cinco o seis años, el entonces Ministro Astori reclamaba la necesidad de devolverle viabilidad ante los enormes déficit generados. Por supuesto, ninguna reforma arrojará beneficio alguno sobre el actual gobierno, pero bastará tocar algún parámetro sensible, para que se encienda la espiral de la demagogia. Vivimos más años, los vivimos mejor, incluso de hecho el promedio real de edad de quienes se jubilan es de 63 años, pero transformamos en tragedia la bendición de una mayor y mejor longevidad. Deberá procurarse un entendimiento nacional, porque querer cobrar ventajas políticas en la materia es sencillamente inmoral.
No podemos terminar estas líneas sin decir que miramos sin aprehensión el desafío de las candidaturas del 2024. Estamos recién a comienzos de 2022. En su momento el Partido elegirá y lo hará como siempre. Quienes estén en mejor disposición, quienes conciten las mejores expectativas y se consagren en la elección interna, constituirán la fórmula colorada. Correligionarios con capacidad sobrada abundan. Nuestros cuadros podemos decir con orgullo que son de los mejores. Pero el "tirón" popular, como dicen los españoles, es otra cosa. Eso se medirá en el momento y detrás de quien mejor lo muestre, estaremos todos para representar lo que el Partido es: responsabilidad social, sentido del Estado, laicidad republicana, honestidad administrativa, visión del mundo.
Nadie puede hoy puede dudar de la renovada vigencia colorada.